Venir para quedarse
No se pueden echar más embustes por minuto cuadrado
En la Andalucía de los ERE había un mandatario que controlaba el medio de comunicación más importante del Régimen que se estableció en la Bética romana y chavesiana. Cuando se repartían el botín entre las productoras afines al partido, siempre surgía la discusión sobre el ... tamaño del trozo del pastel que le correspondería a cada uno. Entonces surgía la voz pícara de aquel Lazarillo que calmaba las ansias de los unos y los otros por llevarse la mejor parte del reparto. Y fiel a su espíritu carnavalero, pronunciaba la frase que mejor define aquella época:
-Señores, vamos a llevarnos bien… lo que haya que llevarse.
Que el oficio del mangante tiene sus propias reglas es algo que ya sabíamos desde que Cervantes creara el personaje de Monipodio. Aquel jefe de los ladrones que poblaban Sevilla cuando era puerto y puerta de Indias tenía su sede en el patio que llevaba su nombre. Hoy la cosa está más repartida, y se roba donde se puede. Empezando por la verdad, ese bien que ya no es tal desde que Pedro Sánchez decidió saltárselo a la torera, con perdón de los antitaurinos. Desde que copió su tesis, este doctor en embustes y mentiras no se corta un pelo a la hora de decir un día una cosa, y al siguiente la contraria. Que venga Fukuyama y escriba sobre el fin de las ideologías.
Otro que tal baila sobre el alambre de la trola es su segundón, ese Ábalos al que «abalan» y alaban los que no tienen más remedio que comulgar con la rueda de molino para seguir en el machito, con perdón del feminismo militante. Ábalos ha acuñado otra frase digna de figurar en el mármol del rostro endurecido por la falta de pudor. Por si alguien duda de su carácter desahogado, el ministro de Fomento que fomenta la mala educación por donde quiera que va, lo ha dejado muy claro.
-He venido para quedarme.
Lo dice como aquellos jerarcas del franquismo pronunciaban su famoso «usted no sabe con quién está hablando». Le ha faltado la segunda parte, que lo aclararía todo. Ábalos no gasta la ironía ni la guasa del gerifalte andaluz que les pedía a los suyos que se llevaran bien… lo que hubiera que llevarse. Entre los mil y un asesores que se han enchufado a la ubre del poder, que eso es redistribuir la riqueza y lo demás es cuento, falta uno que le complete las frases al ministro mal encarado que se encara con la prensa cuando no le preguntan lo que él quiere. ¡Ay, si un baranda de la derecha contestara así a los plumillas! La que le darían en las televisores ordinales y sectarias… Pero como es de la cuerda progre, ni una mención en los Goya.
La frase de Ábalos hay que redondearla para que adquiera su significado más profundo. Ya no se pueden echar más embustes por minuto cuadrado. Su viaje al aeropuerto lleva más versiones que la película sobre la guerra galáctica que nunca termina de acabar. Y las que quedan. Ábalos ha venido para quedarse. Eso ha dicho, y está -¡milagro!- en lo cierto. Pero hace falta que alguien le complete el aserto.
-He venido para quedarme… con el personal.
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