Ladrones de banderas
Escuchar el coro socialista entonar la melopea de la falta de convicción andalucista de Juanma Moreno provoca la risa floja
Tanto envolverse en la bandera, y ahora les escuece que lo hagan otros. Tanto recomendarles, o directamente ordenarles, que hagan profesión de fe andalucista, y resulta que no soportan que el presidente de la Junta diga lo obvio, que tiene que ser andalucista como postula ... un socialista de la vieja guardia. ¿O no es eso lo que dice Escuredo cuando le preguntan los otros? Porque los suyos ni siquiera lo han llamado para felicitarlo por el 28 de febrero, que ha entrado en la crisis de los cuarenta.
Escuchar al coro socialista entonar la melopea de la falta de convicción andalucista de Juanma Moreno es algo que provoca la risa floja. Vamos a ver, criaturitas mías: ¿desde cuándo ha sido andalucista vuestro presidente Chaves, el condenado por los ERE? ¡Pero si llegó a Andalucía mandado por Felipe González! ¡Pero si no quería ser presidente por nada del mundo! Con razón lo llamaron el candidato a palos. Dio un espectáculo digno de una derrota electoral, pero en aquellos tiempos Andalucía era la Junta, y la Junta era el PSOE, y la cabra que presentaran a unas elecciones las ganaría sin problema alguno, como vacilaba Alfonso Guerra antes de que tuviera que dimitir por su hermano Juan.
Además, esta acusación de falta de fe es propia de un régimen más antiguo aún que el del PSOE. Es algo impropio del principio de ciudadanía que impregna, o debería impregnar, la política del siglo XXI. Eso de la fe es propio de otras facetas de la vida, y la política no es una religión. Han vivido cuarenta años de echarle en cara al PP la actitud de UCD. Y pretenden seguir viviendo de ello. Como si estuviéramos en un sistema basado en un hecho fundacional inmune a las elecciones, al cambio de parecer, a la evolución ideológica del personal. Como si todo fuera inmutable como aquel Movimiento que se definía, en esencia, por ser inamovible.
El PP ha dado en el blanco y en el verde con su apuesta por el andalucista suave que le ha arrebatado al PSOE la bandera que le robó descaradamente al PSA, luego PA, en los años del fervor andalucista. Por eso están tan mosqueados los que llamaban a Blas Infante la Momia, los que desplazaron la fecha del homenaje al notario de Casares: en agosto estaban de vacaciones, y no era plan de perderse el viaje o la estancia en la playa por culpa de un fusilamiento que deberían haberlo hecho en un mes más laborable…
Apropiarse del andalucismo ha sido siempre el objetivo del PSOE andaluz, un partido nacionalista sin nacionalismo, una estructura de poder que siempre ha querido abarcarlo todo. De ahí ese enfado descomunal que los saca de quicio cuando ven que la medalla de Andalucía puede caer en manos de una feminista o de un legionario, de un maestrante o de un actor, de un empresario o de una cantante. Si para colmo se levantan vetos propios de sistemas totalitarios, entonces empiezan a rabiar. No consienten que Andalucía sea de todos los andaluces. Ni que la bandera que un día mangaron por el procedimiento del tirón, se la queden otros. La bandera con el palo que tuvieron que darle a Chaves -ese andalucista por las que hilan- para que se viniera de manisero al cortijo.
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