Huelga política en Canal Sur
Esa pantalla negra ha retratado, como una bandera, a estos piratas de la señal televisiva que quieren adueñarse otra vez de Andalucía
Cuando Zapatero llegó al poder, lo primero que hizo fue cortarle la cabeza a Urdaci. Antes de las elecciones lo había dicho por activa y por pasiva, incluso por perifrástica. «Cuando llegue al poder, mi primera medida será destituir a Alfredo Urdaci como jefe de ... informativos de TVE». Y lo hizo. Y nadie protestó en eso que se llama el ente. Ni UGT ni CCOO -cecé oó en labios del provocador Urdaci- le montaron una huelga al nuevo presidente del Gobierno. Todo se hizo en orden, como hace las cosas esta izquierda que se cree en posesión de la Verdad con mayúscula, y que presume de una presunta superioridad moral que solo se la creen ellos: el sectarismo es así.
Cuando Juan Manuel Moreno Bonilla llegó al poder, Canal Sur siguió en las manos que la dirigían. Unas manos que no tenían la legitimidad necesaria, pues Joaquín Durán no era el director general de la RTVA, sino un pasante que pasaba por allí. Canal Sur no era el ente, como se la llamaba a TVE, sino el «entre». Porque entre cuatro o cinco productoras, propiedad de antiguos dirigentes de la cadena con amistades más que evidentes con el PSOE andaluz, se repartían los contratos millonarios que se otorgaban por el sistema de reconocimiento facial: por la cara. Y los sindicatos, sin protestar.
Cuando llegó el trifachito -Susana la conversa al pedrismo dixit- al poder en Andalucía, en Canal Sur no despidieron a nadie, ni salió el fantasma de la derechona con la guadaña afilada para cortar cabezas. El sectarismo brilló por su ausencia. Se negoció, se esperó, se llegó a acuerdos de una forma tranquila tirando a lenta. Muchos partidarios del nuevo Gobierno mostraron su impaciencia, lindando con la desesperación. ¿Tantos años esperando el cambio para seguir a la espera? Imaginábamos lo que habría hecho la izquierda en una situación similar y nos daba la risa floja: las cuchillerías andaluzas se habrían quedado sin existencias.
Ahora, cuando la cadena es más objetiva y plural que nunca, cuando en sus tertulias hay dos periodistas que fueron portavoces del Gobierno del PSOE, cuando el juego está empezando a repartirse para que todo no caída del mismo lado, vienen los sindicatos y montan una huelga política y surrealista. La dirección les había dado todo lo que pedían, pero ellos no desconvocaron el paro, que habría sido lo natural. La muy corrupta UGT, enfangada en escándalos judiciales hasta las cejas, y la muy sectaria CCOO se pusieron de acuerdo para firmar el enésimo contrato de concertación con el PSOE, como hacían en los tiempos corruptos de Chaves. Antes se repartían nuestro dinero en aquellos convenios que le permitían al PSOE mantener la falsa paz social que creaba el caldo de cultivo idóneo para la victoria electoral. Ahora hacen oposición junto al partido que manejó Canal Sur como le vino en gana. Y colocan a sus afiliados en puestos clave para que la cadena pueda irse a negro sin necesidad de un paro masivo. Unos artistas…
Esa pantalla negra ha retratado, como una bandera, a estos piratas de la señal televisiva que quieren adueñarse otra vez de Andalucía. Por eso hay que permanecer atentos a esa pantalla de la demagogia y el oportunismo. Porque están convencidos de que Canal Sur, y por ende Andalucía, son suyas y solo suyas.
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