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PÁSALO

Un chamán en el Capitolio

Ya no habrá chamanes bisontes que imiten a los soldados de Alarico

Felix Machuca

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La noche en la que la capital del imperio de occidente convenció al mundo de su fragilidad, un bárbaro vestido de chamán bisonte se sentó en el trono del Capitolio, de la misma forma en la que los seguidores de Alarico en el 410, se ... sentaron en el Senado romano para visualizar la desintegración imperial. Ambos gestos describen y sintetizan el declive de una superpotencia y el nacimiento de otro mundo con una sola diferencia: el directo televisivo. La entrada de Alarico en Roma para evidenciar su vulnerabilidad, saquearla y llevarse prisionera a Gala Placidia, hermana del emperador Honorio escondido en Rávena, nos ha llegado dramatizada por los pintores románticos e historicistas. También por las crónicas de los historiadores. La toma del Capitolio yanqui la vio el mundo en directo, a través de las grandes cadenas televisivas, dejando en millones de espectadores el sentimiento común del declinar de un imperio que se perdió el respeto a sí mismo. Asistimos en directo a nuestra derrota. Desde esa noche vivimos más angustiados, menos seguros, como al borde de un foso infectado de cocodrilos. Sospechando que lo que venga tendrá poco que ver con nuestra forma de pensar, entender el mundo y las relaciones humanas. El chamán bisonte que se sentó en el trono capitolino yanqui parecía un disfraz chirigotero. Pero era tan real como los soldados de Alarico sentados en el senado de Roma. Y eso no es ninguna chirigota.

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