PÁSALO
15 minutos de Sáhara
Aquí se hace y se escribe sobre la soberanía del Sáhara lo que diga Don Manuel… Biden

No le den muchas más vueltas. La cosa está bien clara. Fue EE.UU quien aprobó y respaldó la Marcha Verde contra el Sáhara español hace cuarenta años. Y es la misma potencia atlántica la que ahora le ha dicho al presidente de gobierno español ... qué papel tiene que desempeñar en la gran comedia sahariana. España, salvo honrosas excepciones, no ha mantenido una política exterior seria, esto es, de acuerdo con sus intereses generales. La mayoría de las veces nuestra diplomacia, marcada por el sello gubernamental del momento, ha obedecido más a una política de partido que a una de Estado. Y en esa montaña rusa hemos vivido con faldas y a lo loco, dando espectáculos bipolares como este del Sáhara. Nuestra política exterior depende del próximo menda que llegue a La Moncloa. La marcará y la ejecutará según sus envidiables conocimientos ideológicos. En EE.UU, por ejemplo, el odioso Trump reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara. Por su parte, el longevo Biden, no solo no ha revocado la decisión de Trump, sino que la ha corroborado. La razón es fácil: con los intereses exteriores no se juega. Y Marruecos bien vale una misa góspel con muchos negritos cantando ‘Mi sweet lord...’
Este largo contencioso político siempre fue tan pantanoso como crispante, cuyos platos rotos los ha pagado el quijotismo nacional. Del Frente Polisario que en los ochenta hicimos parte de la familia no solo no queda nada, sino que, con la lucecita del Pardo encendida, iluminando los últimos días de Francisco Franco, se movió en contra de una metrópolis que, vía las resoluciones de la ONU, medio le garantizaba una utópica autonomía. Se equivocaron de pareja de baile. Y se echaron en las manos del lobo feroz. Cambió tanto el corte ideológico de aquel Polisario que, ya en este nuevo milenio, su ángel de la guarda es absolutamente argelino y, consecuentemente, prorruso. A tanto llegó su desapego hacia la antigua metrópolis que, por ejemplo, aquí en Sevilla, se dio el caso de una chica saharaui, Maloma, a la que no se le permitió ver más a su familia de acogida en Mairena del Aljarafe, los Morales de Mato, por puros criterios políticos. En 2015 abandonó Mairena para ver a su familia en los campos de Tinduf. Ya no regresó jamás. Cuando intentó hacerlo, sus hermanos y su padre, la apalizaron, prohibiéndole salir del paraíso…
Quince minutos le dedicó ayer el señor Sánchez a explicar su giro con tirabuzón en la política del Sáhara y Marruecos. Por dentro, el insincero y sobrepasado presidente, diría que en este asunto se hace lo que diga Don Manuel… Biden. Máxime cuando Alemania, Francia y hasta Israel se han acercado mucho a Marruecos y lo de Ucrania ha polarizado el viejo orden. Dentro de nuestra impotencia política se puede llegar a comprender que te pongan firmes y te digan lo que tienes que hacer y escribir. Lo que no se acaba de entender es que entregues tu parte y no recibas garantías plenas sobre Melilla, Ceuta y las Canarias. Lo único importante como español que hay que salvar de esta merienda de negros, blancos y rubios con fosfatos, gas y su aliño de geopolítica.
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