Capi, fuerza y técnica, corazón y cerebro
Siempre dijeron los futbolistas con arte que el correr era de cobardes, pero ha llegado al Betis, por ese camino de Camas que tanto huele a romero, un jugador que parece dispuesto a llevarle la contraria, ya sea en lo del correr como en lo de hacer fútbol al mismo tiempo que se va como las balas.
Capi une, como los buenos toreros, el valor, que en fútbol es de los correcaminos incansables y en el toreo es de cobardes, con el arte, que tanto en los ruedos como en la yerba no necesita de explicaciones.
¿Se han parado a pensar cuántos kilómetros hace este Capi en un partido? Pero no corriendo por correr ni por sudar la camiseta ni por justificarse un sueldo ni por buscarse palmas más o menos fáciles de las tribunas, sino haciendo fútbol en cada carrera, cada desmarque, cada recuperación de balón, cada hueco que haya que tapar, cada ocasión en la que pueda desequilibrar y, por si fuese poco todo esto, que sólo consiguen los superdotados, también le valen sus facultades físicas para, técnicamente, irse por una banda o por la otra, bajar al área chica propia si el juego ronda su puerta o subir a la jugada siguiente al área chica del rival para andar pronto al rechace, evitar la contra del adversario o presionar hasta aburrir a aquel que ingenuamente piense que se le acerca un correcaminos cuando lo que se le viene encima es todo un señor futbolista, en el más moderno sentido de la palabra, que es capaz de ir y venir sin que la yerba se le venga a la cara y, de la misma manera, irse, si falta hiciera, de dos o tres contrarios que le salgan al paso en ese puro dribling. Fútbol, por tanto, que aúna el sueño que en Capi es realidad, de fuerza y técnica, corazón y cerebro.
fdezdecordoba@abc.es
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