ASNADIS
Las siglas, así, a botepronto, no le dirán nada pero, si les cuento que son las de una asociación que existe en la Sierra Norte sevillana, con sede en Constantina, para la ayuda a disminuidos físicos o síquicos, ya la empezarán a conocer y querer; si les cuento también que le fue concedida la Medalla de plata a la Solidaridad Social, que le fue entregada por S.M. la Reina de España en el palacio de la Zarzuela, ya la conocerán y querrán un poco más.
Pero si les sigo contando, yendo a sus orígenes, si tienen la paciencia de seguir leyéndome, cómo surgió esta iniciativa, partiendo de la voluntad de unos padres con hijos con minusvalías de procurarle enseñanzas y medios para que pudieran reintegrarse, en la medida de las posibilidades de cada uno de ellos, a la sociedad e, incluso, al mercado de trabajo, ya entenderán todo lo demás.
Y todo lo demás es que, comenzando de muy poquito, lo más cerca de la nada, pero poniendo en tal empresa el inmenso capital, y único, de su tesón, su cariño, su constancia, su valor y sus ganas para ir hacia adelante, fueron pasito a pasito andando por los caminos del amor y del esfuerzo, llamando a muchas puertas que unas se abrían y otras preguntaban desde detrás de las mirillas o los postiguillos de qué iba a aquello para no darles ni la cara, aunque fuesen más las primeras que las segundas, hasta el punto de tener ya mil socios de cuota en el pueblo y ya doscientos más en Las Navas de la Concepción.
Así consiguieron abrir una escuela-taller como primera terapia ocupacional para unas personas, tanto niños como mayores, que tanto necesitaban y que tan poco tenían; de ahí, a organizar un rastrillo a base de redoblar el trabajo de sus voluntarios restaurando muebles, tratando de poner en marcha viejas radios de lámparas, sacándole el brillo perdido a cántaras de leche o de aceite, recuperando del olvido los viejos lebrillos para restaurarlos y todo chisme, por deteriorado que estuviese, desde una báscula a un candil, desde una alcancía a una vieja maleta, o desde un viejo libro a un juguete roto de muy pretéritos reyes magos, con una sola idea: Sacarle unas perras y seguir adelante. O, como ahora, a plantearse nuevos retos, alquilando una amplia nave, sin barreras arquitectónicas, para, en una parte, instalar la escuela taller; en otra, el rastrillo permanente y en otra, un bar y restaurante que no sólo cree puestos de trabajo sino que sea también escuela de hostelería, sin más pretensiones de negocio que el de la solidaridad.
El pasado miércoles pusieron en marcha el proyecto. Una inauguración en toda regla que contó con la presencia del alcalde Juan Antonio Rivera, la directora-gerente del Instituto Andaluz de Servicios Sociales, Adoración Quesada Bravo y del director general de Trabajo y Seguridad Social, Francisco Javier Guerrero Benítez y en la que apenas si le dio tiempo al presidente de ASNADIS, Juan Prieto, de decir que, antes de pedir nada a los organismos públicos, habían comenzado a dar desde su trabajo, cuando la respuesta llegó en el mismo acto: Por parte de Adoración Quesada, que animó a los alumnos de la escuela-taller a ir eliminando las barreras, tanto las físicas y sicológicas y se comprometió a superar, desde el Instituto que dirige, las barreras burocráticas que hicieran falta para apoyar decididamente la causa. Por parte de Francisco Javier Guerrero Benítez, que puso cantidad y fecha exacta - treinta millones a principios de noviembre- apostando por un proyecto que alentó siempre. El Ayuntamiento no quedó atrás: ASNADIS tendrá seiscientos metros cuadrados en el Polígono Industrial de Constantina. Fue un día para marcarlo con el verde de la esperanza.
mramírez@abc.es
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete