¿Tú también, Puerto Rico?

Pero como todo se pega, esta fiebre antiespañola ya ha llegado a la hispanísima Puerto Rico, y en vísperas de la visita del Rey con motivo del 500 aniversario de la fundación de la ciudad de San Juan, apareció derribada y partida en dos la estatua de Juan Ponce de León, el primer gobernador de la isla tras su descubrimiento por Colón en su segundo viaje. El acto vandálico lo ha reivindicado un grupo indigenista, autotitulado Fuerzas Libertarias De Borikén, y lo ha explicado así: «Ante la supuesta visita del rey de España, Felipe VI, a Puerto Rico y la escalada de invasores gringos apoderándose de nuestras tierras queremos enviar un mensaje claro: Ni reyes, ni gringos invasores; Borikén es nuestro. Juan Ponce de León quien fuera el primer gobernador impuesto por la tiranía de España hace más de 500 años representa lo peor, fue el cabecilla del aplastamiento a nuestros ancestros taínos que resistieron bajo el liderazgo de Agüeybaná El Bravo».

Demasiados problemas económicos y derivados todavía del último gran huracán (o su propia identidad política dentro de Estados Unidos) tiene Puerto Rico como para sentirse representada por esta cuadrilla de facinerosos que quieren, como tantos ultraizquierdistas, escribir la Historia. Ni España ejerció una tiranía en Puerto Rico ni la población originaria fue arrasada. Puerto Rico ha sido, desde su pérdida por España tras la guerra de Cuba en 1898, la tierra donde más se ha sentido a la Madre Patria. En pocos lugares como en Puerto Rico se ha defendido la lengua española frente al inglés, con ese «Pare» que sustituye al «Stop» en las señales de circulación o con la persistencia del nombre español, como la peseta o el real, en la denominación popular de las monedas norteamericanas de circulación en la isla. Vas por el Viejo San Juan de la canción inolvidable de Noel Estrada y te parece que estás en cualquier ciudad de la bahía de Cádiz. Incluso puedes estar en la calle O´Donnell esquina a la de Tetuán, y te resuena a Marcha Real el patio del cuartel de Ballajá o a jura de bandera la Plaza de Armas. Ondea la vieja blanca bandera española con la roja Cruz de San Andrés en el fuerte de San Felipe del Morro o de San Cristóbal, donde Puerto Rico venció tantos intentos de invasión o al mismísimo pirata Drapee. Aunque derriben la estatua de Ponce de León, no podrán nunca acabar con la españolidad del Puerto Rico de Juan Ramón Jiménez en la Universidad de Río Piedras o de Pedro Salinas enterrado en el cementerio de La Perla, junto a su contemplado mar, sobre un fondo de música de Pau Casals. Por eso muchos cuando queremos expresar el ideal de España en América escribimos «Puerto Rico».