Lo que no se ha dicho de Génova

Lo que le ha pasado al PP no se ha dicho hasta ahora, y está clarísimo: no puede ocurrirle nada bueno a un partido que tiene su sede principal y hasta simbólica en el número 13 de una calle. ¿Es que no había otros números en la calle Génova más que el 13 a la hora de buscar una buena sede para el PP? El único 13 que conozco con buen vahído es el del número de barras verdes y blancas que tiene el escudo de nuestro augusto y glorioso Real Betis Balompié. En todo lo demás, hay que evitarlo y tocar madera. Y como las filas de los aviones o los cuartos de los hoteles, debería existir la costumbre de que ningún partido político establezca su sede en el número 13 de una calle. Miren cómo el PSOE tiene su sede principal en el número 70 de la calle Ferraz, y no en el 13. Y así le ha ido siempre de bien, y No Passssa Nada ni con los ERE.

En las ocasiones en que el PP ha ganado las elecciones generales por mayoría y han salido sus dirigentes a saludar al balcón de la calle Génova, otros se han puesto muy contentos, viendo allí a Aznar o a Rajoy, según los casos, saludando. Mientras los partidarios enarbolaban esas espantosas banderas...¡de plástico! y no de tela que suelen usar los partidos en campaña y gritaban lo habitual de «¡presidente, presidente!», yo pensaba, mirando el número de esa esquina de la calle Génova en cuyo balcón aparecían triunfantes los líderes: «Veremos a ver cómo acaba esto de salir a saludar desde una casa que tiene el número 13...».

Tengo que mirarlo (no «hacérmelo mirar», como se dice en tertulianés), pero seguro que en la operación Gurtel y en la inculpación del PP que nos trajo, con la investidura de Sánchez, esta desgracia de Gobierno social-comunista desentendido de la pandemia, seguro que ha andado de por medio el número 13. Bárcenas algo habrá tenido que ver con el 13, fijo. El 13 ronda la calle del PP como el victorioso 70 está trayendo la suerte, como el quince mil de La Piquer, a la puerta del PSOE en la calle Ferraz.

El padre del torero Pepín Martín Vázquez, también del oficio, vivía en el número 13 de la Resolana, en la Macarena. Y un día que toreaba en Sevilla y estaba el alcalde en una barrera, se fue para él a la hora del brindis y le dijo: «Le brindo este toro, señor alcalde, pero, por favor, cámbieme el numero de mi casa, que es el 13. Póngale ‘Resolana 11 Duplicado’, por favor». Eso era lo que tenían que haber hecho Aznar o Rajoy: pedir al alcalde de Madrid que al edificio con tan mal fario le hubieran puesto ‘Génova 11 Duplicado’.