El Recuadro
Aquilino
No sé qué están esperandopara darle el Premio Cervantes o el Príncipe de Asturias

Irreductible hasta en su nombre. Dices «Aquilino» y no hay otro que Aquilino Duque, a quien no quiero dejar sin este personal homenaje tras haber cumplido 90 años fecundos y gozosos, llenos de capacidad de creación. Apago, pues, una vela de la tarta literaria que ... otros ya le han encendido con todo merecimiento. Una vela de patio sevillano que en verano se descorre al atardecer para que entre el fresquito de la marea. La vela de un imaginario bergantín que zarpase del muelle de Sevilla al ancho mundo que Aquilino tomó siempre como patria. «Tienen los andaluces por patria el universo», nos dejó escrito en un rotundo verso en «La calle de la Luna», su primer libro de versos (1958). Me sé muchos textos de ese libro casi de memoria, como «El Cachorro por el puente», que junto a otro poema de Montesinos, «El rito y la regla», para mí que es lo más perfecto, superado y emocionante de lo mucho que se ha escrito sobre Semana Santa: «Esta noche, Manuel, tú sobre el puente,/tú sobre el río prometiendo abrazos/que nunca habrás de dar porque no puedes,/porque un madero y unos clavos dicen/que nadie es libre de morir su muerte».
Pero sí es libre de vivir su vida en libertad para proclamar en alta voz su pensamiento, que es lo que Aquilino ha hecho en toda la larga vida que el día de Reyes le llevó a los 90 años. Aquilino, en estos tiempos de tragaderas y de miedos, siempre proclamó su independencia y su pensamiento libre, que es la verdadera función del intelectual frente a las dictaduras de lo políticamente correcto y a la ideología dominante del pensamiento único del pesebre. Aquilino ha viajado y trabajado por el mundo, y aunque sevillanísimo y nuestro, que ha vuelto a su patria como los salmones, río arriba, contra corriente, eso se le nota, no se ha dejado devorar por la flor carnívora que me dijo un día que era Sevilla, a lo Cernuda con José María Izquierdo. Aquilino aparecía en la fotografía de la solapa de una de sus numerosas novelas retratado en Londres, tocado con un bombín elegantísimo, como de un corredor de bolsa en la City. Y en otros retratos de su larga y extensa vida internacional aparece con Rafael Alberti, cuando era en Roma funcionario de un organismo de la ONU. Liberalismo se llama la figura. Ese Aquilino a quien por su insobornable independencia muchos llaman ahora «facha» tuvo una intensa amistad romana en el Trastévere con el comunista Alberti. Siempre contra corriente, pero a favor de la corriente interior e inmarcesible de su fuerza en novelas, en libros de poemas, en ensayos, hasta en su blog de la alfarafeña Villa Marina, como escritor de España, y den a la palabra España su más valiente acepción de patriotismo y de proclamación de las libertades. Así que no sé qué están esperando para darle el Premio Cervantes o el Príncipe de Asturias, como han pedido muchas instituciones. A las que me sumo, aunque quizá precisamente por pedirlo Burgos nunca se lo den.
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