Amigos
Durante el transcurso del vivir en el ser humano se producen altibajos de forma repetida. Así, experimentamos disgustos que nos parecen desgarros en el alma, tan intensos que su olvido se siente imposible, y también ilusiones y esperanzas tan fenomenales que el paraíso parece enredarse entre nuestros dedos. El claro más brillante y luminoso se corta abruptamente por el negro intenso y cuando éste da la sensación de embargarlo todo vuelve a aparecer la luz. Así es la vida del hombre, de ahí la enorme trascendencia de saber actuar rodeándonos de personas adecuadas.
Tras el noventa por ciento de los bajones se encuentran heridas que se nos producen porque hay alguien que empuña el cuchillo dispuesto a la puñalada trapera e igual ocurre en las esperanzas anheladas. Porque existen quienes nos quieren de verdad, hay que saber volcarse con esas personas, aunque a veces ni las tenemos en cuenta. Nos dan hasta lo que no tienen y saben volcarse a nuestro lado cuando les conviene y cuando nuestra compañía puede perjudicarles. Son los amigos fieles. Escasos, pero fieles. Pocos, pero amigos. Serían aquellos que nos apoyan siempre, sea cual sea nuestra razón o sinrazón, nuestra conveniencia o incomodidad. Sin razonamientos necios de pérdidas o ganancias socio-económicas o de cualquier otro interés. Volcarse en ellos es darse alimento a uno mismo, porque los amigos de cada hombre forman parte del hombre mismo. Los otros, sólo son acompañantes accidentales del camino.
Es necesario, en consecuencia, saber ver con nitidez, en medio de la jauría humana o de la selva social, quienes son amigos de verdad para entresacarlos de aquellos otros que sólo son conocidos. Porque existe quien confunde amistad con conocimiento social, sin reparar en la accidentalidad de unos a diferencia de la profundidad afectiva en relación con otros. Y no siempre resulta fácil verlos y reconocerlos. Sin embargo, a distancia y desde fuera son simples de analizar. El amigo jamás censura como no sea a solas con uno, cara a cara y con la buena intención de corregir y aclarar. Defiende hasta la sinrazón de aquel a quien tiene como uno mismo. Sin más.
El conocido es otra cosa, sujeta a veleidades y alineamientos. Sin embargo, a veces, nos pasamos la vida entre meros conocidos y no cuidamos de verdad a quien ciertamente es nuestro amigo. Que los hay, y son más de los que creemos. Muchos más de los imaginados.
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