AQUÍ SE FUMA
La ignominia
La cartera de Consumo, entregada por cuota a Garzón, dedica más de 65 millones a intentar dilapidar el prestigio de los productos españoles
![Álvaro Zancajo: La ignominia](https://s2.abcstatics.com/abc/sevilla/media/opinion/2022/01/11/s/alvaro-zancajo(1)-U401113124436u2C--1248x698@abc.jpg)
En España se come como en ningún otro lugar del mundo. Desde una carne cántabra, un puchero asturiano o un marisco gallego a la gamba de Huelva, el langostino de Sanlúcar de Barrameda o el atún de Barbate, pasando por el cocido madrileño o salmantino. ... Son sólo algunos ejemplos, me dejo una infinidad. Con todos ellos uno es capaz de llorar en boca, pues en ellos se encuentran todas las riquezas que poseemos. Productos que construyen la Marca España y que nos aguardan en las históricas provincias de nuestro hermoso país, del que me declaro entusiasta. He tenido el privilegio de ser miembro del jurado del Concurso de Tapas de Valladolid donde uno experimenta sensaciones únicas, pero si tuviera que elegir la ciudad donde mejor se come en cuestión de tapas, esa es Sevilla. No sólo es la Cruzcampo tirada a tres grados bajo cero, ni el ‘piripi’ irrepetible de Antonio Romero, ni el chicharrón de Álvaro Perejil. Tampoco el vino de naranja del Quitapesares que heredó de su padre Pepe, ni la anchoa con leche condensada de La Flor de Toranzo, ni el jamón de Casa Román. Es la sencillez sin pretensiones, al estilo antiguo y con todo el arte del mundo, de una ciudad por la que es imposible no sentir una apasionada atracción. Las tapas de las tabernas sevillanas son mucho más por sus gentes y por sus temáticas, que son tres: los toros, la Semana Santa y el flamenco. De este modo uno puede alcanzar el nirvana durante el tramo que se recorre a pie desde La Fresquita, que te droga nada más entrar con su incienso celestial, hasta el espíritu de la tauromaquia de Casa Blanca. Soy de los que defiende además que una taberna en Sevilla es mejor cuanto más borde es el camarero. Lo que se conoce como malaje. Hasta que uno no se gana su respeto y aprende a pedir lo que toca, el hostelero en cuestión y todo su staff están en su perfecto derecho de hacerte sentir como un pardillo en una ciudad que hay que saber entender para no causarle ofensa alguna. Todos ellos, los hosteleros, continúan sufriendo. Ahora lo hacen con la imposición del pasaporte Covid, que no ha demostrado eficacia a la hora de disminuir la cifra de contagios. Pero no sólo ellos están sudando sangre, también sus proveedores ante las agresiones de un ministerio de nueva creación del Gobierno Frankenstein de Sánchez; la cartera específica de Consumo que se entregó por cuota a Garzón y que dedica más de 65 millones de euros de presupuesto público a intentar dilapidar el prestigio de los productos españoles. Acaban de inaugurar una sala de visionado inmersivo en Las Setas que se llama Feeling Sevilla. Sentemos allí al ministro de la vergüenza y abrámosle los ojos con el utensilio utilizado en La Naranja Mecánica. Que vea lo que es Sevilla y España. La misma que exige a gritos su inmediata dimisión.
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