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El incierto curso que viene

El Ministerio de Educación ha renunciado hasta ahora a su papel de coordinador y cada comunidad está arbitrando sus propias normas

La poca armonización entre las distintas administraciones y la presión de los sindicatos convertirán la vuelta al colegio en una hazaña Juan Flores
Álvaro Ybarra Pacheco

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En dos semanas se habrá reanudado el curso escolar en toda Europa. Los italianos, que son los únicos que junto a los españoles llevan seis meses sin acudir a los centros de enseñanza, han fijado el 14 de septiembre como fecha para volver a las ... clases. En España, sin embargo, todo es mucho más incierto. La voluntad de la ministra de Educación, Isabel Celaá, que está de vacaciones, es que en septiembre se recuperen las clases presenciales, voluntad que comparten con diversas fórmulas la mayoría de autonomías, entre otras Andalucía. Pero ahí se termina todo, en el puro voluntarismo. En plena escalada de rebrotes el Ministerio de Educación ha renunciado hasta ahora al papel de coordinador que le reconoce la Constitución al Gobierno de España y ha permitido que las comunidades arbitren sus propias normas para reanudar el curso. Un disparate. Hasta el próximo día 27, cuando ya sólo queda tiempo para la improvisación, no se celebrará una conferencia sectorial para acordar las pautas comunes que deben de regir en las 17 autonomías para volver a las clases. De nuevo llegamos tarde, sin planes, sin liderazgo, sin medios y con las cifras de propagación del covid-19 más altas de Europa.En Andalucía se intenta transmitir tranquilidad. El consejero de Educación, Javier Imbroda, siempre ha apostado por las clases presenciales en septiembre. Las necesitan los jóvenes y sus padres, a muchos de los cuales les resulta imposible conciliar la vida familiar con la laboral. Pero la falta de coordinación entre las comunidades y el Estado y la presión creciente que ejercen determinadas asociaciones de padres y los sindicatos de profesores van a convertir en una hazaña la reanudación del curso. No hace falta una segunda oleada para que la única alternativa sea la enseñanza a distancia sin los medios adecuados para que sea real. Bastará que se produzcan los primeros e inevitables contagios para que se suspendan las clases. Ya se ha inoculado en muchos padres la falsa creencia de que sus hijos van a ser expuestos sin más al virus. Y contra esa idea nos vamos a estrellar, aunque sea a costa de crear una generación de «analfabetos funcionales».@aybarrapacheco

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