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La Alberca

Juana Rivas y Malcolm X

Sólo una burda manipulación puede mostrarla como víctima

Alberto García Reyes

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La adulteración de la verdad del caso de Juana Rivas por parte de la aristocracia del negocio de género consagra una de las sentencias más famosas de Malcolm X: «Con una hábil manipulación, pueden hacer que la víctima parezca un criminal y el criminal, la ... víctima». En todas las tertulias de radio y televisión se ha hecho fuerte el mantra que convierte en víctima del sistema a una mujer que secuestró a sus hijos valiéndose de una acusación falsa contra su pareja. La batalla ideológica trata de imponerse a la ley embadurnando el ambiente con un pulverizador hipnótico de mentiras insoportables. Para la versión oficialista, Juana Rivas es un icono de la defensa de los derechos de las mujeres porque se enfrentó al heteropatriarcado para proteger a sus hijos. En consecuencia, el Tribunal Supremo es inhumano porque pretendía privar de libertad a una heroína del feminismo, una aberración totalitaria que ha tenido que corregir el Gobierno benefactor. Hay que reconocer que en el arte de la distorsión el sanchismo-podemismo no tiene quien le empate porque ha conseguido transformar una afrenta a la división de poderes, otra más, en un apogeo democrático en defensa de los derechos humanos. Incluso ha logrado que la refutación de su andrómina requiera un esfuerzo que fatigue a la razón y la aísle.

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