Los que se van
El tronar de balas y bombas que aún queda por sonar en Iraq, acalla otras guerras. Especialmente las interiores, esas que se combaten entre el corazón y el cerebro, que no son sangrientas, pero duelen mucho y tampoco te dejan dormir. Son las de quienes se sienten con el alma partía, porque militan en el PP y no soportan las imágenes de los telediarios; ni las de los kurdos masacrados por Sadam ni la de los niños achicharrados en nombre de una corrompida libertad.
Bien es cierto que ha habido quienes han aprovechado que el Pisuerga pasa por Valladolid y, en medio de la contienda -la política, la bélica y la de las conciencias-, han convertido sus desencuentros con el partido en discurso presunta y cínicamente pacifista. Cuando la realidad es bien distinta: se van del PP antes de que los echen. El tiempo, el único juez neutral en este campo de batalla en que hemos convertido nuestras vidas, los pondrá en su sitio.
Pero hay otras militancias más nobles, esas que discrepan de una actitud mantenida por Aznar a la que aún no encuentran lógica explicación, y que les supone un divorcio en sus ideas, una contradicción en sus conciencias, una rueda de molino que no pueden tragar. Y esos, que se han ido calladitos, sin dar entrevistas ni demoler a la cúpula popular, son los que enriquecían la democracia interna de un partido que lleva a gala la libertad y pluralidad de sus bases.
Los que se van dejan huérfanos a los partidos que abandonan. No estamos acostumbrados a ver a un político dimitir de sus cargos por una cuestión de conciencia, es una actitud excesivamente honesta para partir de un cargo público. Pero ahora que estamos aprendiendo a mirar la miseria que siempre hubo en el mundo con los ojos del conocimiento, quizás asistamos a una nueva generación política en la que la conciencia está en línea directa con las ideas... y no con el bolsillo. Esa esperanza me hace albergar la idea de que también va a haber dimisiones en el PSOE y en IU, porque no es tolerable cuando se defiende la paz, la libertad y los derechos humanos, que se pasen por alto las condenas y fusilamientos que han tenido lugar en Cuba. Con esas actitudes también resulta complicado comulgar.
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