Un secreto

Entonces empiezas a meditar la estrategia. Por dónde te ataco hoy, por qué flanco será más efectiva la emboscada, por cuál de tus esquinas te aparecerás y me dejarás colocarte el pelo detrás de la oreja ¿Será hoy el día de llegar a Puerta Jerez, enfilar San Fernando entre las primeras bicis, apartarme con el pitidito del tranvía, observar la solidez del Rectorado, saludar a la chulería del Cid y entrar desde la Raza al María Luisa para hacerle unas cuantas apreciaciones a Don Aníbal? ¿O no, o quizá esté más el alba para coger García de Vinuesa, torcer hacia el Baratillo, llegar hasta el puesto de churros del Puente de Triana y descender desde allí con el ánimo de patear el Paseo Juan Carlos I acompañado por el rumor de las palas de los remeros, las zancadas de los divorciados y los tumbos de los que rebañan el culo de una litrona para contemplar cómo la aurora tiñe de dorado el metal de la Barqueta?

O puede que la X del mapa del tesoro esté más encaminada a la Alameda, a ese reino de los duendes que se resucitan con las claritas. Sí, es probable que el rumbo acertado esté en dirigirse allí donde Hércules posa, tirarle de la lengua a Caracol, pedir una tostadita de mantequilla e imaginar que un gorrión de los que mendiga bajo la mesa me va a traer al oído una reflexión de Mansilla. Quién sabe si no sería mejor aventurarse por las Delicias en dirección al Costurero, dejando a un lado los Remedios, manchando de tierra los zapatos por pegarle con la puntera a las naranjas amargas, que son las migas de este pulgarcito al que le puede el verdiblanco.

Es un enigma lo de esta mujer, es un misterio lo de este lugar en el que los ayeres siempre parecen haberse soñado. Shhh, Sevilla es un secreto distinto cada vez que canta el gallo.