Sevilla al día

La honestidad de Vadillo

La honradez, aunque no esté de moda, es el mayor gesto de honor, lo único sólido ante tanto líquido

HACE ya algunos años me compré una camiseta del Betis con el veintisiete a la espalda y el nombre de un talento precoz, un chaval de 17 años que opositaba a estrella del balompié y que irrumpió en Primera División con un descaro y una ... calidad que apabullaba. El recuerdo de Joaquín recorría el Villamarín en sus botas. Se rumoreaba que clubes con posibles estaban preparando el talonario para llevárselo, pero Pepe Mel y su familia lo convencieron para que se quedara. Sin embargo, un 15 de octubre de 2011 en el Bernabéu se truncó la prometedora carrera del extremo verdiblanco. Todo se desvaneció de repente, como los amores de verano; demasiado pronto. En un lance del juego sin peligro ni sustancia, Sergio Ramos fue al choque y lo arrolló. Crac. Rotura del ligamento cruzado. Rotura de una proyección recta hacia la gloria. El suelo y el cielo separados por una acción, un instante, una decisión. Lo efímero, lo que no controlamos, la vida.

Nada volvió a ser lo mismo para Álvaro Vadillo, aquel quiebro de la rodilla también desgarró la electricidad y la magia de su fútbol. Y lo intentó con todas sus fuerzas, luchó, volvió a jugar y volvió a lesionarse. Se marchó del Betis sin dar portazos, buscando oportunidades. Pasó por el Huesca, el Granada, el Celta, el Espanyol, el Málaga y el Éibar. Un carrusel de equipos que ha terminado este año con el gaditano militando en el Racing de Ferrol.

La semana pasada, el presidente del club gallego desveló una conversación con Vadillo que es igual de importante o más que el testimonio de un campeón de Roland Garros o de Champions. Le dijo que su rodilla no le iba, que no estaba allí para engañar a nadie ni para hacerse rico, que llegó para aportar pero que el físico ya no se lo permitía. Que sabía que podría quedarse cobrando este año y el siguiente, pero que no le parecía justo. Que le proponía romper el contrato.

No hay gambeta que supere esta rotura de cadera a la codicia en unos tiempos comandados por amorales e impostores, en los que la mentira es una opción legítima y el engaño un lugar en el que vivir. Vadillo no pensó en lo que 'le pertenecía', en lo que le sería más beneficioso, obró según los valores de la elegancia, el respeto y la honestidad, la verdadera, la que se ejerce aun cuando te perjudica. El fútbol no fue justo con él, pero él sí ha sido justo con el fútbol. Su gesto pasará inadvertido, pero traspasa lo deportivo. Su ejemplo es el de una persona con principios. Justo lo que falta entre tantos Llados, políticos mitómanos, periodistas hooligans e influencers de pacotilla. No lo olviden, aunque no esté de moda, la honradez es el mayor gesto de honor, lo único sólido ante tanto líquido. Gracias, Don Álvaro.

Artículo solo para suscriptores
Tu suscripción al mejor periodismo
Anual
Un año por 20€
110€ 20€ Después de 1 año, 110€/año
Mensual
5 meses por 1€/mes
10'99€ 1€ Después de 5 meses, 10,99€/mes

Renovación a precio de tarifa vigente | Cancela cuando quieras

Ver comentarios