SEVILLA AL DÍA
Fitétour
Con las presentaciones hechas, le dio un sorbo pausado al agua, buscando frenar un impulso
He tenido un sueño surrealista, de los que uno se levanta pensando que hay que cenar más ligero. Comenzaba en un coche. En la parte de atrás iba José Luis Sanz con un bolígrafo repasando su discurso. Hacía anotaciones con el capuchón en la ... boca, subrayaba lo de la transformación en torno al río, lo de la ciudad del deporte y la de la ópera. De repente, se detuvo en lo del nombre de la campaña: 'Sevilla, Feeling Land'. Territorio de sentimientos, mascullaba en repetición. «A ver, ¿cómo lo pronuncias tú?», interpelaba a su asesor, que iba de copiloto. El alcalde lo intentaba, pero le salía 'Filin Lan'. «Parece que hablas de aquel lateral alemán. Philipp Lahm. Jajaja». Mirada fulminante.
Estaba serio, su estado natural, aunque se atisbaba en su expresión que barruntaba algo. El vehículo paró ante la entrada de un pabellón de IFEMA. Sanz se apeaba del coche y comenzaba el desfile de saludos en los que sacaba sus simulacros de sonrisas. Empresarios, hoteleros, embajadores. Testigos de Jehová. Al llegar al Pabellón de Andalucía, tras otro rato de corrillos con las manos atrás, le dieron su carpeta y se subió al atril. Con las presentaciones hechas, le dio un sorbo pausado al agua, buscando frenar un impulso ¿Qué le pasaba? No lo sabía, pero se lanzó al vacío:
«Por primera vez en la historia, tenemos un stand propio en Fitur. Y esto es así porque tenemos un discurso genuino. Ya venimos aquí como Nadal iba a Roland Garros. Somos los reyes de esto, y creo que es momento de decirles que llevamos años ganando por encima de nuestras posibilidades. Muriendo de éxito, que dicen mis paisanos. Por eso vengo a desaconsejarles esta tierra tan hospitalaria y coqueta que nada tiene que envidiar a Londres o a Berlín, en la que tenemos un precioso casco histórico con cada vez menos vecinos, repleto de candados, atestado de tiendas de souvenirs y de edificios modernos. Poseemos un sol de rechupete, ideal para que lo disfruten en bares que se reforman para emular a tabernas antiguas y un porrón de sitios en los que podrán degustar gyozas, smothies y burgers de categoría. Así como locales con un arroz especiado con guisantes y tres trozos de pollo por 32,50. Paella, súper nuestra».
Ante la estupefacción del público, el alcalde, desencadenado, zanjó con sorna: «No queremos ser acaparadores, habrá que dejarle algo a Mérida, ¿no? Vayan allí, o a los pueblos de nuestra provincia. A Marchena, Osuna, Cazalla, San Nicolás del Puerto. Sé que he dicho muchas veces que el turismo es el motor de nuestra economía, pero a qué precio. Miren, en esta edición no nos vamos a vender. Quien después de lo dicho siga queriendo venir a Sevilla, que venga. Siento el espectáculo, pero esto me ha salido de mi 'Filin Lan'. Ah, y menos ramen y más puchero». Justo antes de que levantara el puño, me desperté.
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