tribuna abierta
«Vivir del conflicto»: poesía y deseo en Pedro Salinas
Si Cernuda vivió con un deseo de plenitud siempre abocado al fracaso, hubo otros poetas de su tiempo que sintieron idénticas o parecidas frustraciones
![«Vivir del conflicto»: poesía y deseo en Pedro Salinas](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/opinion/2024/09/08/pedro-salinas-R390vu7z9H9lSKaq80yG6mL-1200x840@diario_abc.jpg)
No fueron fáciles los tiempos vividos por los poetas del 27. Los turbulentos años de la Segunda República y la Guerra Civil subsiguiente marcaron dramáticamente su trayectoria vital y poética y frustraron proyectos e ilusiones, aventuras biográficas de muy diferente signo, porque diversos eran también ... los perfiles personales de cada uno de ellos. Unos perdieron sus vidas por los odios compartidos de uno y otro bando en aquella España cainita irredenta de irracionalidad. Y otros vivieron la dramática experiencia del destierro o el incierto testimonio personal en la larga postguerra. Pero todos fueron artífices de una poesía en la que la pulcritud del estilo y la rica imaginería no fueron obstáculo para canalizar en mayor o menor grado sus demonios interiores y sus pulsiones más agudas. El título que Cernuda eligió para toda su obra – 'La realidad y el deseo' – es sin duda la expresión más certera de esa inadecuación entre lo anhelado y lo vivido por el poeta sevillano, pero también un epítome de las frustraciones vitales de toda una generación.
Si Cernuda vivió con un deseo de plenitud siempre abocado al fracaso, hubo otros poetas de su tiempo que sintieron idénticas o parecidas frustraciones canalizadas por el cauce de su creación. Tal fue el caso de Pedro Salinas, su maestro en las aulas universitarias de Sevilla y gran artífice de un excelso universo amoroso lleno de plenitudes pero también de angustias y desasosiegos, de anhelos truncados por la realidad y vivencias segadas por la incertidumbre que el poeta fue desgranando día a día en tres grandes libros que son otros tantos monumentos al erotismo poético en su versión más pura : 'La voz a ti debida', 'Razón de amor' y 'Largo lamento'.
Ese complejo proceso interior, esa dialéctica íntima que marcó la vida y la obra de Salinas ha sido objeto de un valioso estudio que acaba de ver la luz en la prestigiosa editorial valenciana Pre-Textos. Su autor, el catedrático gaditano Manuel Ramos Ortega, ganador del XXIII Premio Internacional «Gerardo Diego» de Investigación Literaria que anualmente concede la Fundación que lleva el nombre del ilustre poeta santanderino, ha ahondado en las claves más íntimas de la relación amorosa de Pedro Salinas con la profesora norteamericana Katherine Prue Reding, una relación que fue más allá del registro erótico para convertirse en una auténtica frustración vital, en un campo de pruebas en el que se dirimía el ser o no ser del hombre Salinas, el íntimo deseo de salvación que anima a toda criatura o el fracaso existencial que aletea sobre ella como amenaza cierta. Siguiendo el orden cronológico de sus versos y el rico epistolario del poeta, Ramos analiza con agudeza crítica la tensión vivida por Salinas entre su condición de hombre casado y padre de dos hijos y el arrebato de una pasión amorosa vivida entre secretos como un deslumbramiento y revivida en 'La voz a ti debida' con la conciencia clara de un prodigio : «Si he escrito mi libro mejor – le dice a Katherine en una carta- es porque tú has venido a mi vida milagrosamente: tu amor ha sido la única 'chance' humana que me ha dado la existencia».
Tal grado de esencialidad – comenta certeramente Ramos – le llevará al poeta a una claridad expresiva del todo diáfana, nada elusiva, conceptualmente inequívoca y superadora de todo su pasado: «Y cuando me preguntes/ quién es el que te llama,/el que te quiere suya,/enterraré los nombres,/los rótulos, la historia./Iré rompiendo todo/lo que encima me echaron/desde antes de nacer./Y vuelto ya al anónimo/eterno del desnudo,/de la piedra, del mundo,/te diré:/ Yo te quiero, soy yo».
Pero Salinas era un apasionado del vivir, un gozador de las cosas del mundo que aspiraba a salvarse en su dimensión más humana. Y que buscaba un sendero que le permitiese convivir con su tragedia íntima, «vivir del conflicto», alimentarse de esa sufriente paradoja : «Creo, Katherine, - le dice en otra carta que suena a despedida- que hay un modo de vivir muy hermoso y digno: vivir del conflicto, vivir de la misma contradicción, de las dos cosas que luchan en nosotros. Así vivo yo hace seis años. No puedo casarme contigo y te amo. ¿Qué hacer? ¿Dejarte, casarme? No es posible. Lo que yo he hecho es dar a ese conflicto un signo positivo, convertirlo en fuente de vida interior, en razón de ser, mientras me quieras, en factor idealizador en mi vida […] Yo viviré así , del mismo conflicto, si tú me das fuerzas amándome…».
Como bien apunta el autor del libro – producto de una madurez docente e investigadora que ha dado muy valiosos frutos-, esta sublimación del dolor que Salinas le propone a su amada fue un imposible vital pero no un imposible literario, la muy alta plasmación lírica, al igual que en Cernuda, de un conflicto entre el deseo y la realidad, entre la plenitud erótica y la frustración más desoladora.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete