Tribuna abierta
'Sonata para un violín solo': el éxodo de los judíos españoles
Manuel Ramos levanta así un mundo en el que la ficción se nutre por igual de vivencias reales y de episodios inventados, que reproduce la urdimbre de la España de postguerra

EL día 25 de enero de 1944, cuando ya la Segunda Guerra Mundial estaba tocando a su fin, partía del puerto de Cádiz el barco de bandera portuguesa 'Nyassa'. Su destino, el puerto de Haifa, en la Palestina que pocos años más tarde se convertiría ... en el estado de Israel. Sus pasajeros, más de quinientos judíos que una organización no gubernamental se encargó de salvarlos de la amenaza del nazismo con la aquiescencia del Gobierno de Franco, que así se desmarcaba de la ya anunciada derrota de la Alemania de Hitler. Sobre este hecho rigurosamente histórico como punto de partida, el escritor gaditano Manuel Ramos Ortega, docente universitario y autor de una obra narrativa ya muy consolidada, articula un ambicioso relato en el que historia y leyenda, realidad y ficción, pasado y presente se integran magistralmente en una construcción novelesca de compleja y habilidosa arquitectura animada por una cadencia narrativa serena y sosegada, por un 'tempo' rítmico que constituye, en mi opinión, el factor de estilo dominante en toda la novela y el que enhebra y cohesiona la rica variedad de recursos (narraciones en sentido estricto, novelas dentro de la novela, cartas, poemas, declaraciones orales…) que en ella se encajan.
No hay en la literatura moderna un género más versátil que la novela, convertida en el curso de los tiempos en un cajón de sastre en el que todo se supedita a la tensión narrativa y a la coherencia interior de la trama. Y ésas son las notas que vertebran la historia ficticia del violín que el hijo de Josef Yanai, uno de aquellos judíos del Nyassa, se dejó olvidado, con las prisas del embarque, en una habitación del hotel Playa de la Victoria de la ciudad andaluza. Este violín trae recuerdos de aquellos 'violines de la esperanza' que los judíos tocaban en los campos de exterminio nazis mientras sus compañeros eran conducidos a la muerte. En su torno, Ramos construye un relato de aire policíaco y despliega una red de historias paralelas que van reflejando el paso de los años, los cambios políticos y los perfiles innovadores de la sociedad española desde los mismos años cuarenta hasta la instauración del régimen democrático después de la muerte de Franco. El relato se abre con la llegada de aquellos deportados a Cádiz, a la espera de aquel barco liberador, y se cierra en 2014, con la inauguración de un monolito en el paseo de Canalejas en homenaje al diplomático español Ángel Sanz Briz, el 'ángel de Budapest', que a tantos judíos salvó de la persecución del nazismo. En ese recorrido el violín perdido comparte su protagonismo con la ciudad de Cádiz, con sus calles y sus gentes, sus torres y sus miradores abiertos a la mar atlántica, con sus hábitos de vida y sus ritos sociales, con sus bares y lugares de diversión, en una excelente recreación mental que se nutre de la rica experiencia del autor, convertido en un narrador omnisciente que levanta acta cabal de aquella ciudad revivida por la mirada serena y distanciada que pide la coherencia literaria.
La compleja intriga que suscita la suerte de ese violín da pie a la plasmación de toda una viva tipología humana: adolescentes con sus primeras urgencias eróticas, jerarcas nazis refugiados en España, militares franquistas, marinos y periodistas gaditanos, policías de la Secreta, sirvientas… y hasta escritores como Rafael Alberti y José María Pemán, protagonistas de un ficticio encuentro en el salón de té Viena de la capital gaditana. Y esa rica variedad de seres, emisores de una auténtica voz coral, se despliega en una diversidad de situaciones en la que desfilan, además de Cádiz, ciudades como Roma o Bérgamo vinculadas a la experiencia vital del autor y proyectadas en su imaginario como un recurso que nutre la narración de aliento autobiográfico. Sólo alguien que ha vivido desde dentro esa rica intrahistoria podría reflejarla con tanta veracidad y al tiempo con tanta naturalidad y tanto temple expresivo como los que demuestra el autor de esta verdadera radiografía de un tiempo ido.
El relato, salpicado de interesantes guiños literarios y culturales que revelan la sólida dimensión intelectual de su autor, se ciñe al modelo de novela-noria, en el que los personajes abandonan la escena para volver de nuevo a cobrar protagonismo en el sucederse de las diferentes estratos temporales, en secuencias narrativas hábilmente entrelazados en una trama muy bien construida que va siguiendo la pista a aquel violín con la estrella de David grabada en su madera . Manuel Ramos levanta así un mundo en el que la ficción se nutre por igual de vivencias reales y de episodios inventados, en una complicada madeja que reproduce la urdimbre de aquella España de la larga postguerra sustanciada en el retrato estilísticamente sosegado y sereno de una ciudad de provincias. Un excelente ejemplo de narración total que requiere una lectura acorde con esa misma andadura reposada que nos va desvelando, al par que la suerte de aquel instrumento con tanta carga simbólica, la historia viva de un tiempo todavía muy nuestro, la metafórica sinfonía que es la novela misma.
Rogelio Reyes Cano es catedrático emérito de la Universidad de Sevilla
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete