tribuna abierta
La España sectaria
El sectarismo político es la expresión más roma de un primitivismo ideológico que aspira a imponerse por encima de toda razón
¿Tu verdad? no, la Verdad; y ven conmigo a buscarla. La tuya guárdatela. (Antonio Machado)
![La España sectaria](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/opinion/2024/12/28/congreso-RO6ocFE05AH91Ur4aqPKVNK-1200x840@diario_abc.jpg)
El éxito de la Transición del franquismo a la democracia fue debido a la superación de cualquier forma de sectarismo político. Ante un pueblo reacio a cualquier aventura radical que pusiera en riesgo su estabilidad económica y su bienestar social, la clase política de uno ... y otro signo entendió muy a las claras que el único modo de asegurar la convivencia pacífica entre españoles era renunciar a una ruptura violenta con el régimen vigente y a cualquier mensaje impositivo, a toda pretensión de máximos. Sólo la sostenida crueldad del terrorismo vasco rompía ese espíritu conciliador que hizo posible la superación del enorme reto al que España se enfrentaba tras la muerte del dictador. La disponibilidad de las cortes franquistas y del rey Juan Carlos I, las cesiones del partido comunista o la renuncia al marxismo del PSOE fueron la expresión de una voluntad integradora de una y otra parte en la que el radicalismo de las ideas no tenía cabida. Y fue lo que permitió el acceso a la democracia, una forma de gobierno regida por la ausencia de todo sectarismo, por el equilibrio tolerante entre las diferentes ideologías que componían el espectro político de la nación.
Pero ese estado de cosas, que era la garantía de una convivencia civil madura y abierta a un futuro cada vez más conciliador, sufrió en cierto momento dos envites igualmente perniciosos. Por una parte, la traición del pacto constitucional a cargo de los nacionalismos, y en especial del catalán, que aplicó una política cada vez más insolidaria y una imposición lingüística del todo excluyente. Y por otra, la deriva guerracivilista del gobierno de Rodríguez Zapatero removiendo viejos rescoldos del conflicto entre españoles y alimentando resentimientos que el espíritu de la Transición había felizmente superado. La acción conjunta de esos dos factores fueron- y continúan siendo hoy- una auténtica carga de profundidad contra aquel espíritu, acentuada en estos últimos años por el desistimiento de un Partido Socialista que ha renunciado a su papel de garante de la Constitución. De forma que en la España de hoy, azotada por ambas fuerzas igualmente disolventes, se ha instalado una deriva sectaria que amenaza con reducir el espíritu de la Transición al melancólico recuerdo de una oportunidad histórica perdida para asegurar la sana convivencia entre españoles , una más de las muchas que este país ha perdido en el curso de los tres últimos siglos.
El sectarismo político es la expresión más roma de un primitivismo ideológico que aspira a imponerse por encima de toda razón, que desprecia las opiniones ajenas y se engolfa en una suerte de onanismo aldeano y retador con el que anular cualquier disidencia. Y al tiempo que desautoriza al otro sólo con la altisonante formulación de sus propios credos, tiende a ocupar los espacios políticos y las instituciones que forman parte del equilibrio democrático y del contrapeso de un país libre. El sectario no tiene ideas sino dogmas, no confronta sus creencias con las ajenas, no respeta a quienes disienten de sus mensajes, se impone no con la fuerza de la razón sino con la contundencia irracional de sus mensajes.
Pase el lector revista al panorama de la vida política española de estos momentos y compruebe hasta qué punto y de qué manera esta deriva sectaria se está aplicando desde los dos poderes antes mencionados. El sectarismo nacionalista impone el uso del catalán o el vascuence como una carga que ignora a quienes en su territorio reclaman su derecho a usar la lengua nacional. Y el sectarismo del gobierno central inunda el país de leyes de probada parcialidad y va desmontando paso a paso el modelo constitucional que asegura la vida democrática. Tanto uno como otro, tristemente aliados en una disolvente empresa común, operan como otras tantas sectas que con su sostenida acción rupturista arruinan aquella gozosa esperanza de la Transición y amenazan con trocear España. Poseídos de su verdad, son, como escribió Antonio Machado, del todo inmunes a la Verdad.
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