TRIBUNA ABIERTA
El andalucismo de Cervantes
«Ante las preguntas del tribunal sobre su identidad, Cervantes respondió firmando, por dos veces, que era vecino de la Villa de Madrid, estante en Sevilla y natural de la ciudad de Córdoba»
![El andalucismo de Cervantes](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/opinion/2024/07/27/estatua-miguel-cervantes-RNGVqSGxEwpk1CjQ4nSylWJ-1200x840@diario_abc.jpg)
Tras leer en la sección Tribuna Abierta de este periódico el 19 de julio pasado al periodista José Luis Garrido Bustamante, que escribió sobre el estilo andaluz del que Cervantes impregnara su obra universal, cuenta que el Académico Rodríguez Marín dijo en su día que ... Cervantes pudiera ser andaluz.
Yo escribo en nombre de mi familia y del investigador nacional José de Contreras y Saro, que es quien está llevando este asunto sobre la cuna de Cervantes, para recordar que no sólo Rodríguez Marín reivindicó el andalucismo de Cervantes, sino también mi abuelo Adolfo Rodríguez Jurado, quien en su discurso de ingreso en 1914 en la Academia Sevillana de Buenas Letras, sorprendió a todos los asistentes afirmando que Cervantes era cordobés por un pleito que descubrió en el que figuraban dos firmas de Cervantes ante un tribunal eclesiástico en tiempos de la Inquisición, declarando en Sevilla a favor Tomás Gutiérrez. Ante las preguntas del tribunal sobre su identidad, Cervantes respondió firmando, por dos veces, que era vecino de la Villa de Madrid, estante en Sevilla y natural de la ciudad de Córdoba, que su padre y abuelo eran inquisidores cordobeses y era estudioso y escritor de comedias y autos.
Conservado el pleito en el Archivo del Arzobispado de Sevilla, fue transcrito por el archivero general del Arzobispado e incorporado su estudio paleográfico, al discurso de ingreso de mi abuelo, que publicó la Real Academia de Buenas Letras aquel año. El descubrimiento no debió de gustar a alguno, y el incómodo pleito desapareció poco después de su ubicación, «extraviándose» la prueba que constituía la base argumental de mi abuelo. En ese contexto Rodríguez Marín le rebatió a mi abuelo el hecho de que no fuese cordobés, debido a que el «ser natural de…» no suponía necesariamente que fuera nacido en ese lugar.
Con la prueba extraviada, mi abuelo rehusó muy galantemente continuar con un debate que pondría en entredicho su amistad con Rodríguez Marín. Aquella prueba estuvo perdida más de un siglo, reapareciendo recientemente en el fondo Montoto que esa familia donó a la Universidad de Sevilla.
El catedrático que lo halló lanzó campanas al aire —¡eureka!— pero poniendo el acento en el hecho de haber aparecido dos firmas de Cervantes. Esa noticia se publicó en este medio el 30 de abril del 2016 y en otros. Pero quienes sabíamos la causa y el objeto de esas firmas, echamos de menos el acento en los datos biográficos del firmante, por lo que José de Contreras y Saro, tras un profundo estudio del documento, profundizó en ellos e hizo pública su investigación a través de una conferencia-homenaje a Rodríguez Jurado en el Ateneo de Sevilla, en la que expuso su trabajo corroborando por múltiples documentos, datos y fechas, no sólo el origen cordobés y andaluz del escritor, sino que además coexistieron en el tiempo al menos tres Miguel de Cervantes confundidos entre sí.
Aunque aquella conferencia fue aplaudida, incomodó a un reducido sector, como era de esperar. Decía Mark Twain que era más fácil confundir a una persona, que convencerla de que había estado confundida. Entiendo la dificultad de tener que admitir de pronto que uno estaba confundido y cueste enmendar y reescribir parte de esta importante biografía, para decir que Cervantes resulta ser andaluz y cordobés.
Me pongo en su lugar y lo comparo con el tiempo que se tardó en que los geógrafos aceptaran que la Tierra no era plana. Los opositores al planteamiento de Contreras esgrimieron, entre otros argumentos, que tal vez Cervantes jurara aquello de ser natural de Córdoba ante un tribunal por ser lo que en ese momento su corazón le dictaba por ser su familia oriunda de allí… adivinando lo que Cervantes quiso decir, al tiempo que lo acusaban de un delito de perjurio, penado con la cárcel.
Otros repetían el argumento de Rodríguez Marín, cuestionando el significado «ser natural de…». Contreras y su grupo de investigación, dieron a conocer en una conferencia posterior en mayo en Córdoba, entre otros documentos, un diccionario de la época de Cervantes en el que se define «ser natural de...» como haber nacido en ese lugar mencionado, superando el argumento de Rodríguez Marín.
El andalucismo de Cervantes quedó patente en El Quijote por el gran sentido del humor reflejado en cualquiera de sus giros andaluces al satirizar aquellas novelas de caballería. Y añado que no en vano y por algo, comenzara Cervantes aquella obra diciendo: «En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme…»
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