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Sevilla al día

Óscar, el gladiador

'Gladiator 2' es un retrato de la política española, con este Denzel en versión 'El Uno' y con este intrascendente Pedro Pascal, que parece el Feijóo del PP

Javier Macías

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Acabo de salir del cine de ver 'Gladiator 2' y estoy confuso. Me ha mantenido con los ojos como platos en plena hora golfa, un viernes por la noche, tumbado en la moderna butaca del cine de Lagoh por su profusión de acción y violencia ... descontrolada. Y me he llevado las casi dos horas y media que dura con un tremendo dilema: o a Ridley Scott se le ha ido la perola a sus casi 90 años o se ha reído de sí mismo en una especie de parodia de la película original, que está en el olimpo de la historia del séptimo arte. La bacanal de amputaciones y homoerotismo es inversamente proporcional a la tragedia griega clásica y masculina que triunfó con Russell Crowe y Joaquin Phoenix, el yin y el yang, donde el guion y los diálogos estaban muy por encima de la acción, que tampoco faltaba. Salgo de la sala MacroXe, con una pantalla de 150 metros cuadrados y habiéndome metido entre pecho y espalda medio kilo de palomitas, y la verdad es que no soy capaz de acordarme de una sola frase para la posteridad, más allá de la actuación estelar y la pose crápula de Denzel Washington, que es la única y verdadera salsa de esta segunda de 'Gladiator'.

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