EL PLACER ES MÍO
Vivir en el Centro
No lamento vivir en el Centro, pero me gustaría vivir en uno con menos coches, ruido y porquería. Lo de menos turistas, sinceramente, no lo tengo tan claro
Vivo en la zona norte del casco histórico y me fui de vacaciones con la impresión de que Sevilla estaba más sucia que nunca. Al volver, he pensado que ahora está aún peor. El mal olor y la mugre que nos encontramos en nuestra calle ... cuando volvimos de las vacaciones la semana pasada fue tal que el domingo por la mañana no nos quedó más remedio que salir temprano con la manguera a baldear la acera. De lo contrario, la sensación de llegar a nuestro domicilio amenazaba con parecerse a la de acercarse a un urinario público.
Sería fácil señalar al actual alcalde (que prometió medidas expeditivas al respecto) o cuestionar la gestión de Lipasam (no sé si alegrarme del todo cuando pasa su camión por mi calle, pues el método que emplea para limpiarla consiste en empujar toda la basura hacia el interior de las casas, dejándonos empercochados los vestíbulos). Pero en gran medida la culpa de esta situación es nuestra. Y cuando digo «nuestra», me refiero a los sevillanos. La responsabilidad es de los vecinos que sacan el perro y lo ponen a mear en el primer portón que encuentran; de los que salen un momento a la calle a fumarse un cigarro y lo arrojan debajo del árbol más cercano; de los que tiran cáscaras de pipas al suelo mientras caminan; de los que utilizan los bajos de los coches aparcados como basurero; o de los que directamente se alivian detrás de un contenedor después de una noche de copas con los amigos.
La primera vez que estuve en Lisboa, ciudad que me gusta casi tanto como Sevilla, me impresionó sin embargo lo descuidada que estaba. Este verano he vuelto a ir, como hago todos los veranos que puedo, y debo constatar que, en falta de limpieza, ya la empeoramos ampliamente. El entorno de la Encarnación, la Alameda, la calle Feria y San Luis es ya como la parte más alta del Barrio Alto, que es lo más pringoso del centro de Lisboa. Con la diferencia de que en nuestro caso no creo que se pueda atribuir al turismo toda esa roña. De hecho, el nivel de suciedad del colonizado barrio de Santa Cruz no me parece en absoluto comparable al del centro donde vivo. No sé si porque el ayuntamiento presta más atención en su limpieza al entorno de la Catedral, o porque, después de todo, los turistas, aunque fastidiosos, son más considerados y respetuosos que los locales.
Tampoco los visitantes tienen la culpa del otro gran problema que, junto a la suciedad, sufren (sufrimos) muchos residentes intramuros: el tráfico rodado sin limitación. La estrechez de las calles y la consiguiente cercanía de las casas, junto a la pésima conservación del pavimento, convierten el tránsito de coches en un obstáculo casi insalvable para el descanso. Entre la vibración y el ruido, es imposible dormir con las ventanas abiertas. No lamento vivir en el centro, pero me gustaría vivir en uno con menos coches, ruido y porquería. Lo de menos turistas, sinceramente, no lo tengo tan claro.
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