EL PLACER ES MÍO
Universitarios de segunda
Me llama la atención que un Gobierno que se considera liberal le compre a la izquierda semejante marco mental
Cuando lo leí, me costó darle crédito. Los alumnos de las universidades privadas no van a poder acceder a las oposiciones y concursos para empleos públicos de la Junta de Andalucía. Así consta en el anteproyecto de la futura Ley Andaluza de Universidades, contra el ... que la Loyola ha presentado alegaciones. La misma administración que ha concedido a las universidades privadas el permiso para establecerse, garantizando que cumplen una serie de requisitos de calidad en su oferta formativa, resulta que en el fondo piensa que sí pero no. Que, bueno, sí, está bien que haya alumnos que cursen estudios superiores en la privada, pues no somos socialistas del todo; pero, en realidad, no, y damos la razón a los rectores de las públicas cuando dicen que esos alumnos van a salir peor preparados: son de una división inferior sólo apta para el menos exigente mercado privado.
La cosa es de traca, porque, si los egresados de la privada están poco cualificados, los propios exámenes de las oposiciones se encargarían de dejarlos fuera. Así que cuál es el problema. Admitamos que los alumnos de la pública son más brillantes, que sólo optan por la privada los que se quedan sin plaza en aquella, concedamos que eso es así en todos los grados y en todos los casos. Perfecto. Exclúyanse las notas que unos y otros traigan de sus respectivas titulaciones (demos crédito igualmente a la sospecha de que las privadas las inflan), y que compitan todos libremente en las oposiciones. Como suele decirse, que gane el mejor.
Por si acaso, quiero aclarar que mi hijo mayor ha estudiado en una universidad pública del espacio comunitario europeo y el pequeño tiene intención de seguir sus pasos, así que no tengo ninguna motivación personal al respecto. Simplemente, me llama la atención que un Gobierno que se considera liberal, que habla constantemente de la colaboración público-privada, le compre a la izquierda semejante marco mental, y en realidad casi todos los marcos de educación (y también de sanidad). Una exclusión ésta, la de los graduados de la privada en las oposiciones públicas, que, si se aplicara de forma consecuente en niveles inferiores, implicaría la inadmisión de los alumnos de colegios privados en las pruebas de ingreso en las universidades públicas (cuando son precisamente los que mejores notas obtienen). Mejor no dar ideas.
Desconozco qué hay detrás de esta exclusión (de dudosa legalidad, al menos aparentemente): si un consejero demasiado atado a su pasado como rector; si un lobby de las universidades públicas más poderoso de lo que parece; si una estructura burocrática dentro de la administración genéticamente escorada a la izquierda; o si intereses corporativos que se hacen fuertes y se resisten a la ampliación de la oferta académica sanitaria. Todas estas explicaciones he escuchado, pero da igual cuál sea la razón, o la sinrazón. Lo cierto es que esto no hay por donde cogerlo y va en contra de todo lo que representa o dice representar este Gobierno.
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