EL PLACER ES MÍO
Corrosión del mérito
Al líder horizontal y facilitador, el empleado se lo encuentra a su lado, pero nunca de su lado cuando vienen curvas
La 'corrosión del carácter' es un ensayo sobre la evolución del trabajo en el capitalismo moderno. A pesar de que fue publicado por primera vez en el año 2000, no ha perdido vigencia y la prueba es que no ha dejado de reeditarse. La idea ... fundamental de su autor, el sociólogo Richard Sennet -que acaba de publicar un nuevo libro titulado 'El intérprete', es que el trabajo ha dejado de ser un factor de equilibrio personal, para convertirse en un foco de inquietud y angustia, fiel reflejo de un mercado dinámico que exige la reinvención constante. En mi opinión, uno de los grandes hallazgos de Sennet en este volumen ya clásico es el concepto de «liderazgo sin responsabilidad». Según el intelectual estadounidense, el capitalismo del cambio impredecible ha traído a un falso jefe de equipo: el líder con poder, pero sin autoridad, que no la ejerce o sólo la ejerce para obligar a los empleados a ponerse de acuerdo, de modo que los aciertos sean fundamentalmente de él, por haber propiciado la colaboración, y los errores de ellos, por no haber tomado las decisiones correctas.
Aunque no aparezca en el ensayo, la palabra que, pienso, define mejor esta nueva clase de (presunto) liderazgo es la de «facilitador». El nuevo jefe o director de equipo ya no se presenta como tal, sino como una especie de coach que se sitúa al mismo nivel de sus «colaboradores» y no por encima de ellos: uno más en el grupo, aunque, a efectos prácticos, él sea «el uno» y el resto «el más». El «facilitador» no decide, no corrige, no dice esto está bien o está mal, sólo ayuda o dice que ayuda. Basta asomarse a Linkedin para cerciorarse de hasta qué punto esta forma de liderazgo horizontal domina hoy toda la nueva narrativa de management. Pero hay que andarse con ojo, advierte Sennet. A ese nuevo tipo de líder, el empleado se lo encuentra a su lado, pero nunca de su lado cuando vienen curvas, porque su principal habilidad es la de «eludir la responsabilidad».
Leyendo todas estas reflexiones, tan a la contra del mainstream, no he podido evitar pensar con preocupación en el tipo de liderazgo que se encontrarán mis hijos cuando aterricen en el mundo profesional. La cultura del trabajo en equipo recibe hoy un apoyo abrumador, y poco se habla de sus sombras y de lo que este supuesto espíritu colaborativo a veces esconde (y que se empieza a manifestar en la etapa académica): no sólo el señalado «poder sin responsabilidad», sino también, y quizás sobre todo, la desigualdad de los iguales, la sobrecarga de los más comprometidos, y además la injusticia: el reparto indefinido de los aciertos y los errores. Sennet no lo dice, pero ese liderazgo horizontal y aparentemente blandito, en el que las responsabilidades se disuelven, es el ecosistema perfecto para los trepas y el más hostil para los que han sido educados en la cultura del cumplimiento y no en la habilidad de echar balones fuera. La corrosión del carácter que se opera en estos ambientes empresariales es también corrosión del mérito.
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