sevilla al día
Juego de cromos
Todo el esfuerzo didáctico del gobierno de Sanz por explicar los centros sociales del Cerro y San Jerónimo ha saltado por los aires por el trueque de tres votos de Vox
ANDA la clase política en Sevilla negociando con el futuro de las personas sin hogar como quien intercambia estampitas del álbum de la Liga. Ese juego del tú me das a cambio de lo que sea es una estrategia arriesgada cuando está en juego es ... encontrar una salida a la situación de quienes viven entre cartones en la calle. El último capítulo se vivió esta semana con el pacto entre Vox y el gobierno de José Luis Sanz para paralizar 'sine die' –«congelar», dijo el alcalde– los centros de resiliencia que se iban a construir en San Jerónimo y el Cerro a cambio de aprobar la ordenanza de veladores. Cromo por cromo, con la única finalidad de salvar una de las papeletas sociales más complicadas de este mandato.
El proyecto original que presentó la Delegación de Derechos Sociales sembraba dudas sobre si lo que se iba a edificar en estas parcelas era un albergue u otro tipo de centro social, aunque antes de que al gobierno local le diera tiempo a explicarse los vecinos mostraron su rechazo a la iniciativa. El Ayuntamiento inició una campaña didáctica para aclarar que serían espacios en los que residirían de forma puntual mujeres víctimas de la violencia de género o enfermos que salieran del hospital y no tuvieran a nadie que los atendiera. Pero la iniciativa seguía sin consenso entre los vecinos y los grupos de la izquierda aprovecharon el temporal para atacar al alcalde. Toda una práctica sensacionalista que aprovechó la necesidad de los más débiles para desgastar la credibilidad del ejecutivo, algo más antiguo en política que el hilo negro.
Pero todos el esfuerzo de José Luis Sanz ha saltado por los aires con este cambio repentino de opinión a cuenta de tres votos, los de la abstención de Vox para salvar su normativa de veladores. Las personas sin hogar y los sevillanos en general se merecen algo más de seriedad para un asunto que no es baladí y en el que ahí demasiadas cosas en juego. Entre ellas, el hartazgo de los vecinos de la Macarena, a los que los partidos les prometen que acabarán con la desigualdad de ser el único en el que se ubica casi el cien por cien de los recursos sociales pero al que nadie le da una alternativa para abandonar el infierno en el que viven. Ahora, el freno a estos dos nuevos centros hará que les toque seguir esperando.
Quizás la deriva más peligrosa sea la falta de criterio en el Ayuntamiento que se desprende de esta decisión. Frenar un proyecto por un puñado de votos es difícil de justificar, pero más lo es que se ceda a las presiones de unos vecinos. La enseñanza que queda es que si algo no te gusta para tu barrio, la solución es hacer ruido para que el gobierno dé marcha atrás. Lo lograron en su día los vecinos de Jardines de Hércules cuando quisieron llevarse allí la grúa y los del Cerro y San Jerónimo han conseguido ahora lo mismo. Si el que toma decisiones da muestras de debilidad, lo acabarán tomando por sopa.
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