Puntadas sin hilo
El tartán de Johnson
La eliminación de la pista de atletismo de la Cartuja simboliza el desinterés de una ciudad que vive solo para el fútbol
Se cumplen 25 años desde que el estadounidense Michael Johnson, cuádruple campeón olímpico en Barcelona 92, Atlanta 96 y Sidney 2000, estableciese en el estadio de la Cartuja el récord del mundo de los 400 metros en una carrera que ha pasado a la historia ... del atletismo. El atleta texano paró el cronómetro en 43 segundos y 18 centésimas, y pasaron 16 años antes de que otro ser humano, el sudafricano Wayde van Niekerk, lograse cubrir la distancia en un tiempo menor. Aquellos 43,18 segundos no solo marcaron un hito en la trayectoria de Johnson, sino también en la historia deportiva de la ciudad. Un cuarto de siglo después Johnson mantiene su prestigio como uno de los grandes nombres de la historia del atletismo, pero Sevilla ha perdido toda relevancia como capital del deporte.
El estadio de la Cartuja fue un empeño de Alejandro Rojas-Marcos, quien tras el éxito de la Expo 92 apostó por renovar la ilusión de los sevillanos usando los Juegos Olímpicos como nueva zanahoria política. Durante un tiempo la ciudad caminó tras el señuelo, hasta que se hizo evidente que Sevilla no tenía la más mínima posibilidad de acoger la cita olímpica. La apuesta dejó, empero, un estadio construido y la celebración del Mundial de Atletismo de 1999 como premio de consolación. Las instalaciones de la Cartuja eran la palanca para mantener una apuesta por el deporte y convertir a Sevilla en un referente, pero nada de eso ocurrió. Las elecciones municipales de aquel año marcaron la ruptura de Soledad Becerril con el PA y Rojas-Marcos, que para entonces ya había cambiado la zanahoria de los Juegos Olímpicos por la del Metro, pactó con Sánchez Monteseirín. El PSOE no mostró afecto alguno por un estadio que consideraba ajeno y al que los clubes de fútbol no querían ir, y las instalaciones de la Cartuja vegetaron durante dos décadas hasta que ya en 2018 Javier Imbroda se marcó el objetivo de recuperarlas.
El ostracismo no se limitó al estadio. La decepción del sueño olímpico sumió a la ciudad en un desinterés deportivo manifiesto. No hubo ni un solo proyecto para aprovechar el rebufo del Mundial de Atletismo. No se sembró y no hay cosecha. Sin contar el fútbol, la representación sevillana en París 2024 ha sido bastante escueta: ocho atletas, por los nueve que llevó Málaga o los 62 que aportó Barcelona. El deporte de base se mantiene gracias al empeño entusiasta de un puñado de personas, y los clubes de diferentes disciplinas reciben escaso apoyo de las instituciones. Salvando el remo, las instalaciones son penosas; el propio alcalde admitió ayer que no eran dignas de la capital de Andalucía.
La eliminación de la pista de atletismo del estadio de la Cartuja, el tartán sobre el que Michael Johnson hizo historia hace justo 25 años, simboliza el desinterés de una ciudad que vive para el fútbol. Y confirma que el Mundial de Atletismo fue una raya en el agua, una oportunidad perdida para hacer de Sevilla un verdadero referente deportivo. Pero bueno, siempre nos quedará el derbi.
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