puntadas sin hilo
Una plaza sevillana
Icónica ha logrado que muchos más sevillanos vayan a la Plaza de España
En una de esas entrevistas veraniegas que tanta difusión logran en unos medios famélicos de noticias, el alcalde ha dicho que en 2025 abrirá el debate sobre si se debe renovar el contrato con Icónica, el primer festival de música que se consolida en la ... ciudad desde los lejanos y añorados tiempos de Cita en Sevilla. Sanz le ha pegado un voleón a una cuestión incómoda que admite argumentos a favor y en contra, aunque la actitud del alcalde conlleva de forma implícita reparos a la continuidad de un acuerdo que podría renovarse de forma automática. La Plaza de España es uno de los monumentos más importantes de la ciudad y el debate sobre su uso es pertinente, pero sorprende la súbita proliferación de guardianes del enclave que velan por la integridad del complejo arquitectónico y claman contra la cita musical. Lástima que no se levantasen tantas voces defensoras cuando la plaza amanecía vandalizada y llena de los restos de la botellona.
En este debate hay un punto de partida objetivo: los monumentos pueden acoger espectáculos. Las pirámides de Egipto han servido de escenario para conciertos de Jean-Michel Jarre, Sting o Red Hot Chilli Peppers; Pink Floyd tocó en las ruinas de Pompeya, Elton John en los restos mayas de Chichén Itza y Paul McCartney en el Coliseo romano. Todos recordamos el legendario concierto de los tres tenores en las termas de Caracalla. El Herodion, el más sublime de los antiguos teatros griegos que se conservan en Atenas, acoge anualmente un festival de teatro, igual que las ruinas romanas de Mérida. La cuestión no está tanto en el fondo como en la forma, ya que el uso cultural de un monumento exige unas garantías especiales de protección. No parece que el Icónica haya amenazado la integridad de la Plaza de España, por lo que desde el punto de vista conservacionista la oposición al festival no se sostiene.
Se ha reprochado que uno de los monumentos más visitados de la ciudad esté ocupado durante cinco semanas por un andamiaje de notable impacto visual que impide apreciar en su totalidad la magnitud del enclave. Ciertamente, es una faena para los turistas que acuden esos días a Sevilla. Ocurre lo mismo, sin embargo, en muchos otros lugares de Europa: pruebe a visitar Edimburgo en agosto y verá su castillo semioculto por el graderío del festival. La cita escocesa, sin embargo, atrae cada año a miles de personas.
En cualquier caso, estamos demasiado acostumbrados a valorar el uso de los monumentos desde el punto de vista del turista en lugar del sevillano. Y el mayor logro de Icónica, más allá de traer a Tom Jones o Marc Anthony, es haber hecho más sevillana la Plaza de España, porque hace mucho tiempo que no acudían tantos parroquianos al corazón de la Expo de 1929. Los sevillanos nos habíamos resignado a que la plaza de Aníbal González, antaño lugar de paseo andando o en barca, fuera zona de turistas durante el día y de botellón por la noche. Pero Icónica ha propiciado un reencuentro que hay que celebrar. Que no pare la música, por tanto.
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