PUNTADAS SIN HILO
Se necesita camarero
Con su apelación a trabajadores 'pre-millenials' el Donald no busca experiencia, sino compromiso
Hay sevillanos tan vinculados a establecimientos emblemáticos de la ciudad que lo incorporan como apellido apócrifo. Mariano 'el del Donald' es uno de ellos. El Donald es uno de los escasos bares que ha sobrevivido a crisis económicas y presiones inmobiliarias manteniendo su esencia original, ... tanto estética como culinaria. No solo te ponen la misma tapa que hace medio siglo, sino que lo hacen en una taberna de estética añeja e inspiración taurina, para espanto del ministro Urtasun. La transgresión que otros restaurantes llevan a su oferta gastronómica la reserva el Donald para su decoración, porque hoy en día no hay nada más revolucionario que los motivos taurinos que jalonan las paredes del establecimiento.
Mariano García Romero tiene gran parte de la culpa de esta insólita preservación identitaria. Entró para trabajar como camarero siendo menor de edad y ha terminado de propietario del restaurante, en una meritoria trayectoria en la que no se ha quitado el mandil. Ha sido, pues, cocinero antes que fraile. Lleva tiempo preocupado este hostelero por la dificultad para encontrar personal, tanto para la cocina como para servir las mesas. Y no es cuestión de sueldo, porque el Donald también mantiene la tradición de pagar a sus empleados a la antigua usanza, con la dignidad que han ido borrando los sucesivos modelos de contratos basura. Son muchos los chavales jóvenes que han pasado por el Donald pero Mariano, que empezó desde abajo y fue asumiendo galones gracias a su esfuerzo, no se ve reflejado en ellos. Poco interés por aprender el oficio y mucho abandono ante la primera adversidad. La decepción es tan acusada que el veterano mesonero ha cambiado de estrategia, y en el último anuncio en el que oferta trabajo de camarero ha añadido «a ser posible, mayores de 45 años». Toda una media verónica laboral digna de los maestros que le contemplan desde los cuadros que adornan su local.
Bajo el mantra de que estamos ante 'la generación mejor preparada de la historia', la sociedad ensalza la juventud de forma casi totémica. Es cierto que los jóvenes de hoy tienen acceso a niveles de formación impensables hace un par de décadas y presentan mayoritariamente una alta cualificación, pero paradójicamente también va a ser la primera generación en décadas que va a vivir peor que sus padres, debido básicamente al precio de la vivienda y los bajos sueldos. Este contraste genera una frustración que se proyecta sobre el desempeño profesional, y es frecuente ver a trabajadores noveles desilusionados y con poca resistencia ante los reveses laborales. La cultura juvenil de la inmediatez tampoco ayuda a consolidar un vinculo con el lugar de trabajo, que ven como un lugar de paso.
Lo que busca Mariano 'el del Donald' con su apelación desesperada a trabajadores 'pre-millenials' no es tanto experiencia como compromiso. No es un problema de aptitud, sino de actitud. Y es que hay conceptos que se van perdiendo y que también se deberían inculcar a la generación mejor preparada de la historia.
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