Puntadas sin hilo
Lo que el palco esconde
La gran duda es si Pedro Sánchez está promocionando a Espadas o lo está quemando
Cinco días han hecho falta para que los mecánicos portuarios del Puerto de Bilbao garantizasen la flotabilidad de la mítica gabarra con la que el Athletic Club celebra sus éxitos deportivos. No ha debido ser un trabajo sencillo, porque la embarcación no se había utilizado ... en cuarenta años y llevaba mucho tiempo en dique seco expuesta en el Itsasmuseum, el museo marítimo de la capital vizcaína. Si Andalucía tuviera un museo político allí estaría vegetando la gabarra del PSOE andaluz, con el riesgo de quedar inoperativa por la falta de uso. Recuperar la Junta de Andalucía sería para los socialistas un éxito que justificaría remontar el río Guadalquivir en una embarcación, pero el tufo electoral de la legislatura no apunta por ahora a un vuelco en las urnas. A poco que se descuide, la gabarra del PSOE va a tener que esperar tanto como la del Athletic... o la del PP, que también se pegó sus cuatro décadas cogiendo polvo y sin estrenar.
No se ve al PSOE hechuras de proclamarse campeón en unas elecciones. Ni por plantilla, ni por el juego que despliega. Ejercer la oposición en tiempos de mayoría absoluta es una labor ingrata, pero no parece que esté aprovechando los puntos débiles de una gestión que irá acusando un inevitable desgaste. La protesta de las Mareas Blancas, la confluencia de las izquierdas en el ámbito sanitario, apenas logró reunir el pasado fin de semana a 11.000 personas entre todas las capitales andaluzas... según la Delegación del Gobierno, que es como si contase la asistencia Tezanos. Muy lejos en cualquier caso de las 80.000 personas que concentró Spiriman solo en Granada en 2016.
Tampoco ayuda a la causa de la oposición andaluza ver a Juan Espadas defendiendo la Ley de Amnistía en el Senado. Su nombramiento como portavoz de la Cámara Alta terminará siendo un regalo envenenado. Le proporciona empaque institucional y le incluye en el círculo más próximo a Sánchez, pero ya le habrán contado Carmen Calvo, Iván Redondo o Adriana Lastra la volatilidad de la confianza del César. Por el contrario, la defensa de las concesiones del Gobierno a los socios independentistas es un factor de erosión constante que irá creciendo a medida que Espadas vaya comiéndose marrones en el atril senatorial.
La gran duda es si los planes de Pedro Sánchez pasan por intentar la reconquista de Andalucía con Espadas o si tiene otros planes. Es decir, si le está promocionando o si le está quemando. El dardo que le lanzó Juanma Moreno ayer en el Parlamento respecto a María Jesús Montero y el palco de la Cartuja –«yo de usted me preocuparía, porque no viene a por mí»– es un torpedo a la moral del jefe de la oposición. Si algo sabe el presidente del Gobierno es administrar los tiempos, y para cruzar el río andaluz antes hay que sortear varias citas electorales. Espadas y Montero tienen un año para sacarse el título de patrón de yate y aspirar a sacar la gabarra socialista del dique seco.
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