puntadas sin hilo

De Escuredo a escudero

El expresidente andaluz asume las proclamas del sanchismo aunque contradigan los hitos políticos que engalanan su propia trayectoria

En febrero de 1989 Rafael Escuredo, entonces presidente de la Junta de Andalucía, se declaró en huelga de hambre para reclamar un referéndum de autonomía que igualara a Andalucía con las comunidades entonces denominadas 'históricas', un selecto club en el que solo se admitía a ... los territorios que habían aprobado su Estatuto de Autonomía en la II República —Cataluña, País Vasco y Galicia—. Era la época del debate sobre los artículos 143 y 151 de la Constitución, o lo que es lo mismo, entre el modelo de una España a dos velocidades u otra con igualdad territorial. El propio Escuredo calificaba el modelo de autonomía del artículo 143 —el que pretendía imponer el Gobierno de Suárez— como un Estatuto 'pret a porter' para una autonomía que sería poco más que «una mancomunidad de diputaciones». Aquella huelga fue más efectista que otra cosa —el maestro Burgos escribió que mientras mantenía su abnegada protesta en el Pabellón Real le llevaban desde el bar Alfonso «unos bocadillos de jamón que temblaba el misterio»—, pero sirvió para que Escuredo, el 'lindakara' del Gobierno andaluz, pasara a la historia como uno de los próceres del 28-F y de la igualdad política de Andalucía con otros territorios.

Por mucho que la historia haya otorgado a Rafael Escuredo una relevancia en el autonomismo superior a la real —en parte porque su defenestración por Felipe González le incluyó a posteriori en el martirologio regional—, es triste comprobar ahora cómo la determinación con la que Rafael Escuredo defendió el equilibrio interterritorial era tan falsa como aquel teatrillo de la huelga de hambre. Su enconada defensa en los últimos días de la amnistía para los golpistas catalanes arruina aquel relato tan bien enjaretado del político que enarboló la bandera del respeto a Andalucía. Porque el referéndum del 1 de octubre de 2017 buscaba exactamente lo contrario que el referéndum del 28 de febrero de 1980. Los condenados que Escuredo quiere amnistiar intentaron derrocar el modelo de Estado del 28-F, según el cual un andaluz de Baena tiene los mismos derechos que un catalán de Castelldelfels.

No deja de ser una paradoja que el expresidente andaluz, que pasó a la historia como un dirigente díscolo que prefirió dimitir a someterse a los dictámenes del partido, asuma en la vejez las proclamas del sanchismo aunque contradigan abiertamente los hitos políticos que engalanan su propia trayectoria. Tanto 4 de diciembre, tanta huelga de hambre, tanto pacto con Suárez, tanto 'EA, echemos a andar' para terminar defendiendo a los promotores de un simulacro de referéndum 'fake' inspirado en la supremacía catalana. Y todo por el mero interés de Pedro Sánchez. El Escuredo insumiso ha derivado en un escudero fiel.

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