Puntadas sin hilo
Los esclavos felices
La vicepresidenta vino al pueblo arrasado por la riada a pedir a los damnificados que celebren el aguacero
Juan Crisóstomo Arriaga fue un compositor español del siglo XIX apodado el 'Mozart español' por la precocidad de su obra y su temprana muerte. Arriaga falleció a los 19 años en París, y pese a morir tan joven dejó sobradas muestras de su descomunal talento. ... Con catorce años compuso una ópera un nombre fascinante, 'Los esclavos felices'. Mis conocimientos sobre lírica operística son muy rudimentarios y desconozco cómo se desarrolla esta idea en el libreto de la obra, pero la unión en el título de un sustantivo y un adjetivo tan antagónicos es un poderoso imán semántico. El concepto de un sometimiento dichoso tiene además mucho recorrido sociológico en la actualidad, de forma que es frecuente encontrar personas que renuncian a ejercer la libertad a cambio de una servidumbre voluntaria y cómoda, es decir, una esclavitud feliz.
Está ocurriendo en la política. El proceso de polarización de los últimos años ha fomentado militancias ideológicas radicales en las que la capacidad crítica se sustituye por una filiación irracional. Muchos ciudadanos tienen el voto decidido al margen de las decisiones que tome su partido, porque en la decisión no hay el menor componente analítico. El elector se considera parte de una tribu y no se plantea enjuiciar si las decisiones que toma el jefe de la misma son oportunas o no. El sistema de partidos ha derivado en una lucha de bloques en la cual la adscripción ideológica obedece a un modelo de confrontación en el que la valoración analítica es muy secundaria o inexistente. Es decir, el votante de izquierda vota a la izquierda para que no gane la derecha, sin pararse a pensar en si su partido lo hace bien o mal, y el votante de derecha hace lo mismo a la inversa. En esta involución se da la paradoja de que hay votantes más entusiastas –porque se sienten dichosos en su militancia– pero menos libres –porque están prisioneros de su voto–. Esclavos felices.
La reunión con la que el PSOE andaluz ha arrancado el curso político es un buen ejemplo de esta tendencia en la que el sentido de militancia inhibe la capacidad autocrítica. María Jesús Montero, la misma que pedía a Rajoy una financiación más justa para Andalucía cuando era consejera de la Junta, reunió a los cargos socialistas andaluces y defendió la 'singularidad catalana' (en román paladino, el trato financiero privilegiado a Cataluña por permitir la elección de Illa como president). Montero argumentaba que no se conoce aún el acuerdo, cuando hay dos realidades obvias: que Cataluña se va a llevar dinero por el apoyo de ERC y que ese dinero se le va a quitar al resto de comunidades. La vicepresidenta vino al pueblo arrasado por la riada a pedir a los damnificados que celebren el aguacero. Y muchos votantes socialistas lo harán porque se sienten cómodos en esta militancia ciega. El ejercicio de la libertad es fatigoso porque obliga a decidir entre varios caminos, cuando resulta mucho más confortable mantenerse sin controversias en el sendero de la docilidad.
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