Puntadas sin hilo
El boicot
En el Ayuntamiento de Sevilla no se hace política, solo se libra un pulso
Hace unas semanas, varios empresarios sevillanos se reunieron con el grupo municipal de Vox para ponerles al día sobre un importante proyecto de la ciudad. Las explicaciones fueron valoradas positivamente por los responsables de esta formación, que alabaron el planteamiento y resaltaron su importancia para ... el futuro de Sevilla. Los empresarios quedaron satisfechos y dieron por hecho el apoyo de Vox a su propuesta, pero los ediles les sacaron enseguida de su error: les gustaba, les explicaron, pero no lo iban a apoyar en el pleno porque su grupo ha decidido oponerse a cualquier medida que plantee el alcalde mientras no les incorpore al equipo de gobierno municipal.
La deriva en la que ha entrado el Ayuntamiento hispalense le aleja de la lógica democrática para ubicarle en un patio de Monipodio de intereses particulares y ambiciones personales. La actitud del PSOE, bloqueando –en alianza con Vox– las limitaciones que el gobierno municipal pretende imponer a las viviendas turísticas es otro ejemplo palmario de esta apuesta por la sinrazón como estrategia política. A los socialistas no les importa contradecir la doctrina federal de su partido, que anima a poner coto los excesos del turismo urbano, ni dejar en entredicho su propia credibilidad, ya que algunos de los ediles que han impedido instaurar medidas de control municipales han participado en protestas ciudadanas que reclamaban medidas de control municipales. Un disparate que solo se entiende cuando el interés general de la ciudad está muy abajo en la lista de prioridades.
En el Ayuntamiento de Sevilla no se hace política, simplemente se libra un pulso. Los ciudadanos eligieron hace más de un año a sus representantes para que debatieran la gestión de la ciudad desde la perspectiva de sus respectivas y legítimas posiciones ideológicas, pero siempre con el beneficio de la ciudad como referente. Ningún partido logró mayoría de gobierno, lo que obligaba a los concejales a un esfuerzo extra de diálogo para alcanzar acuerdos, tal y como ocurrió en el mandato anterior con el PSOE en la Alcaldía. Pero en esta ocasión el hecho de gobernar en minoría se ha interpretado como una oportunidad para ejercer un boicot a la gestión municipal y poder acusar a José Luis Sanz de inoperancia. El alcalde ha tenido que retorcer el reglamento para aprobar los presupuestos y se encuentra en cada propuesta con la negativa sistemática del PSOE, Vox y la extrema izquierda.
No sé quién ganará el pulso que mantienen el alcalde y la oposición, uno para demostrar su cartel de buen gestor y los otros tratando de impedirlo, pero es evidente que quien sale perdiendo es Sevilla. Esta capital no se puede permitir cuatro años de ostracismo. Con varios proyectos estratégicos paralizados por la falta de interés de las restantes administraciones, para Sevilla es fundamental alcanzar una velocidad de crucero al menos en la gestión municipal. Pero algo falla cuando la decadencia de la ciudad cotiza al alta en el mercadeo de la política local.
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