puntadas sin hilo
Antimadrileñismo
La campaña contra los madrileños busca fomentar una antipatía social hacia el exitoso modelo de gestión Ayuso
Una de las modas del verano, impulsadas desde las redes sociales, consiste en denostar al turista madrileño y alimentar el tópico del visitante engreído que desprecia lo provinciano. La polémica se genera en Galicia a raíz de la decisión de un pequeño bar de la ... localidad de Mera de cerrar sus puertas unos días en agosto debido a la invasión del turismo proveniente de Madrid. «Si cae una bomba en Mera se quedan sin tontos en la meseta», escribió el propietario, lo que ha generado un movimiento viral sobre la prepotencia de este turismo capitalino que llama 'olivas' a las aceitunas y pide café con pincho de tortilla para desayunar.
Obviamente, la campaña está alentada desde foros de izquierda, como es fácil de comprobar siguiendo el rastro de las cuentas de difusión. Se pretende fomentar un 'antimadrileñismo' caricaturizando el éxodo vacacional como una invasión de hordas fascistas que vienen a perturbar la paz ancestral de la periferia tratando a los lugareños como seres inferiores a los que hay que colonizar. El objetivo evidente es fomentar una antipatía social hacia el exitoso modelo de gestión de la Comunidad de Madrid y las políticas de Isabel Ayuso, la bestia negra que ha llevado a la izquierda a la marginalidad política en su territorio.
Los madrileños pueden caer mejor o peor, pero nadie podrá cuestionar que la capital es una ciudad abierta que durante generaciones ha recibido a miles de españoles que han encontrado allí una opción de futuro para sus familias. Es la Comunidad que más dinero aporta a la caja única que garantiza el equilibrio interterritorial y la que apuesta más decididamente por el liberalismo económico. Todo lo contrario de lo que representa ahora mismo Cataluña, que cierra sus puertas a los foráneos con la barrera del idioma, se niega a compartir su riqueza con las autonomías menos favorecidas e impone un fuerte intervencionismo en la gestión económica y empresarial. Resulta paradójico que en este escenario la misma izquierda que permite la insolidaridad y el desprecio al resto de España del independentismo catalán fomente una campaña de odio hacia los madrileños que viajan por todo el país dejando sus ahorros en Gandía, Sanjenjo o Zahara de los Atunes. Habrá turistas madrileños impresentables en proporción similar a los ingleses, alemanes o vascos. Soportar a una cuota molesta de gilipollas es el peaje que hay que pagar por un modelo económico que tiene al turismo como principal palanca de desarrollo. En cualquier caso, que no se disfrace de modales lo que es mera intolerancia política. Porque lo que molesta de los madrileños a esta izquierda intransigente no es su forma de hablar o sus costumbres, sino que hayan ejercido su santa voluntad de votar libremente a quien les sale de las Cibeles.
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