Tribuna Abierta
¡Mal, profesor Narbona, mal!
Los que hoy presionan para que hablemos la modalidad castellana del español en vez de la andaluza son herederos de los que quisieron cambiar el bello nombre de Andalucía por el horrendo de Castilla La Novísima

El prestigioso Académico Antonio Narbona lanza una diatriba contra el reciente Protocolo sobre el Habla Andaluza, suscrito entre el Gobierno Andaluz y nuestra Fundación, censurando mi ocurrencia al afirmar con rebeldía, que «hablo andaluz, no castellano». De paso ironiza sobre la «complicidad» del presidente Juanma ... Moreno y descalifica a la profesora doctora Teresa Bastardín, directora del Observatorio de las Hablas Andaluzas de la Universidad de Cádiz.
En 1925, la Real Academia denominó 'Diccionario de la Lengua Española' al hasta entonces llamado 'Diccionario de la Lengua Castellana'. Y lo hizo para acoger las distintas modalidades del idioma español.
Es, pues, lógico reservar el término «castellano» para referirse al dialecto románico nacido en la Edad Media en el Reino de Castilla, que actualmente se habla en esa región y en otras que, de hecho, lo han asumido como propio.
Sorprende que el Profesor Narbona defienda la sinonimia español-castellano, ignorada internacionalmente e incompatible con otras modalidades del español, como son el dialecto canario y los latinoamericanos, ninguno de los cuales, por cierto, sufre los desprecios del andaluz.
También hace referencia a la Constitución, que equipara castellano y español. En el Congreso participé en repetidos debates con Jordi Pujol y Xabier Arzallus, oponiéndome a esa equiparación. Ellos, por su reconocida alergia al término «español», preferían «castellano» y triunfaron, con la ayuda de los partidos españolistas que necesitaban sus votos.
El profesor Narbona, refiriéndose a la lengua, hace un claro discurso político, oculto bajo un manto académico. Enarbola un rancio nacionalismo españolista, llamándome «apátrida» y desconsiderando a los firmantes del Protocolo, españolista el uno y andalucista el otro, bien abiertos a la sociedad civil andaluza y a los signos de los tiempos.
Al entrar en política el profesor Narbona, nos permite analizar políticamente sus afirmaciones y su ideología queda clara al censurar al actual Gobierno del Partido Popular, también españolista, pero más respetuoso con el habla andaluza.
Es justo reconocer el prestigio del profesor Narbona, sin perjuicio de que sea generalmente ubicado en el sector más reaccionario de la investigación lingüística.
Dice el profesor Narbona que renunció a cierta pronunciación andaluza «por las ventajas que supone toda adaptación al medio». La historia demuestra que la Humanidad progresa cuando no se adapta al medio, sino cuando lo transforma.
Esas ventajas están claras en la adaptación al habla castellana, el habla del poder. Basta poner la radio o la televisión. De pequeño, en el colegio, para que no hablara en andaluz, me decían «habla bien».
Mi amigo y valiente abogado ante el Tribunal de Orden Público de la dictadura, compañero en los orígenes del Partido Andalucista, Manuel Clavero, me dijo que su profesor García de Enterría le advirtió que como hablara andaluz y no castellano, nunca sería catedrático.
Los que hoy presionan para que hablemos la modalidad castellana del español en vez de la andaluza son herederos de los que quisieron cambiar el bello nombre de Andalucía por el horrendo de Castilla La Novísima.
En la prensa, el profesor Narbona llegó a decir que «en Andalucía todo son divergencias». Triste es que haya andaluces que fomenten la divergencia más que la convergencia.
El Protocolo expresa el respeto a las modalidades que, como todas las hablas, tiene la andaluza, sin detrimento de su unidad.
Profesor Narbona, nos une el orgullo de hablar español, usted en castellano y yo en andaluz.
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