tribuna abierta
París-Murcia, una DANA de la Belle Epoque
Los ecos de la catástrofe sobrevolaron Europa y una cadena de solidaridad fue estableciéndose durante parte del otoño y el invierno de aquel año
![París-Murcia, una DANA de la Belle Epoque](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/opinion/2024/11/30/murcia-R7JuP5tdY6pyfp2cYbbTUgN-350x624@diario_abc.jpg)
«La única forma legítima que tiene el hombre de hacer frente a las catástrofes es una mayor humanidad. Amarse unos a otros, ayudarse unos a otros.» Con estas palabras iniciaba el gran Victor Hugo su artículo del Paris-Murcie, una publicación extraordinaria que fue ... impresa en Francia con el fin de recoger fondos para los damnificados de la denominada «Riada de Santa Teresa», acontecida en otoño de 1879. Esta catástrofe que asoló al levante español causó más de setecientos muertos solo en Murcia la noche del 15 de octubre de aquel año, cuando se desbordó el Segura. La ciudad quedó a oscuras, al resultar inutilizadas las conducciones de gas para la iluminación de farolas públicas, y anegada por las aguas de la crecida. Un escenario de destrucción similar al que hace unas semanas hemos vivido en nuestro país. Los ecos de la catástrofe sobrevolaron Europa y una cadena de solidaridad fue estableciéndose durante parte del otoño y el invierno de aquel año. La citada revista benéfica contó con la colaboración especial de autores de primer nivel, como Zola, Víctor Hugo, Sara Bernhadt o las ilustraciones de Gustavo Doré, y su distribución, en diciembre de 1879, acompañó unas fiestas benéficas que Proust menciona en 'Un amor de Swann'.
La lectura de una nueva traducción de Mercedes López-Ballesteros del primer tomo de 'En busca del tiempo perdido', nos ha recordado esta referencia a la tragedia española, que, aunque no aparece nombrada, sí está reflejada en la fiesta benéfica París-Murcia. Este nombre aparece en medio de la tormentosa maraña de celos y desconfianzas que se levantan entre Swann y Odette de Crecy. La fiesta se celebró en una gran carpa instalada en el barrio de los Campos Elíseos y debió de ser un verdadero espectáculo. Coros de ópera, bandas de música y -según las crónicas- «toreros españoles» participaron en los festejos, a los que acudió la sociedad parisina y, entre ella, suponemos que se encontrarían los padres de Marcel Proust.
Y es que Proust es inagotable. La monumental obra 'En busca del tiempo perdido' -que ahora la sevillana editorial El Paseo ha conseguido editar al completo en la magistral traducción de Mauro Armiño- contiene numerosas sorpresas, profundos secretos y mundos misteriosos ocultos en una primera lectura. Ha encendido pasiones y elogios, y hay quien afirma que leerla ha cambiado su vida, su forma de mirar el mundo y su sensibilidad. Pero, del mismo modo, ha sido profundamente criticada, cuando no ridiculizada como mera «literatura de salón de belleza». En mi caso, como devoto lector de Proust, pocos placeres he podido igualar con estas relecturas, esos regresos en los que siempre he descubierto pasajes desconocidos, detalles escondidos en la exuberancia sensitiva de sus páginas.
De esta obra, como ocurre con 'El Quijote,' pueden extraerse lecciones al margen sobre numerosas cuestiones. En sus páginas podremos ir de la gastronomía -el narrador se recrea en esos cardos con tuétanos o en la ternera con gelatina- a la moda de Madrazo, de la arquitectura italiana a la música de Wagner, de la pintura impresionista a las novelas de Sand o Anatole France. Todo está en Proust, porque todo el ser humano está en las obras fundamentales. Y también la meteorología y una gota fría española, como queda reflejado en esa fiesta París-Murcia que se celebró en los Campos Elíseos y de la que Marcel Proust, siendo un niño de ocho años, pudo tener noticias mientras, seguramente, leía estas palabras de Víctor Hugo que aún hoy nos conmueven: «España herida, sangra Francia; lo que golpea a Murcia, hiere a París. París es la capital del mundo, cualquier sufrimiento del mundo es un sufrimiento para París».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete