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TRIBUNA ABIERTA

El Niño de las Teresas (Cuento de Navidad)

Aquella Nochebuena pobre del primer convento carmelita, no hubo un Jesús de madera porque ese niño abandonado fue, como el Niño Dios, de mano en mano, abrazado y arrullado por las hermanas

MARÍA GUERRA

Lutgardo García

Todo lo que sucedió aquella Nochebuena en la casa de la calle de las Armas, la primera que se fundó en nuestra ciudad de Sevilla, bien lo sé por Beatriz de la Madre de Dios, la santa mujer que puso sobre mis sienes el velo ... el día que tomé los hábitos. Ella, vecina de Triana y llamada en vida del mundo Beatriz Gómez y Gómez, fue la primera sevillana que profesó en la orden carmelita después de que Teresa llegara a esta tierra un caluroso mayo del año de Nuestro Señor de 1575. Mucho sufrimiento había pasado la madre fundadora en aquel tiempo. Las incomodidades del viaje, el calor prematuro de la primavera, las posadas, el bacalao seco, los bandidos, la incomprensión del propio del lugar y el carácter de los sevillanos — «todo dobleces»— hicieron que Teresa pensara tornarse a Beas sin fundar casa.

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