tratos y contratos
El eje energético PP-PSOE que sí funciona
El consejero Paradela y la ministra Ribera han logrado tender puentes en un sector clave para Andalucía
SI Michavila tiene razón, el PP ganará las elecciones europeas con cuatro diputados más que el PSOE. Y si se cumplieran los pronósticos de Tezanos (cosa habitualmente improbable), la situación sería la inversa. A pocas horas de que se abran los colegios electorales, tan solo ... hay una cuestión que no admite controversia: la ministra socialista para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, se marchará al Parlamento Europeo y deberá ser sustituida en las próximas semanas. Y en un momento en el que hay varios miles de millones de euros de inversión en Andalucía pendientes de las medidas que se adoptan en política energética, el perfil del relevo no es una cuestión baladí.
Teresa Ribera deja un doble legado en Andalucía. Su torpe alineamiento con las organizaciones ecologistas en la ley de regadíos de Doñana fue pernicioso para la imagen de la agricultura onubense. Le sobraron prejuicios y le faltó más conocimiento del suelo que pisaba. Si hubiera escuchado con atención a los alcaldes socialistas de la zona, quizá habría evitado la debacle electoral que condujo a la pérdida socialista de la Diputación de Huelva por primera vez en cuarenta años. Tras aquel batacazo tuvo la habilidad de 'recalcular la ruta' y propiciar un acuerdo con Juanma Moreno que ha perfilado una salida definitiva para un problema históricamente enquistado.
Su legado es diferente en el sector energético. El boom de las renovables y su potencial para atraer nueva industria es la mayor oportunidad de crecimiento industrial de Andalucía desde hace décadas. La materialización de estas inversiones requiere una regulación acertada, la promoción de nuevas infraestructuras de distribución eléctrica, la tramitación ágil de los fondos europeos… Y un clima de seguridad jurídica para el buen desarrollo de estos proyectos a largo plazo.
Jorge Paradela (consejero andaluz de Industria, Energía y Minas fichado del sector privado), lo tuvo claro desde el principio: cualquier inversión internacional en Andalucía requería huir de la estéril confrontación partidaria con el Gobierno central y generar una atmósfera de mínima de cooperación institucional.
Y esta política de mano tendida ha sido correspondida por Teresa Ribera y por su secretaria de Estado de Energía, Sara Aagesen. No han faltado choques, especialmente en la reclamación andaluza de un mayor presupuesto de Red Eléctrica en la comunidad autónoma, pero sin perder nunca las formas. Por un lado y otro ha primado el interés general y ha existido una visión común sobre cómo debe ser el futuro modelo energético del país. Ojalá que quien asuma la cartera de Transición Ecológica no se salga de esta línea. Y ojalá que este tipo de relación entre administraciones no fuera, cada vez más, una excepción.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete