TRIBUNA ABIERTA
Andaluz, esto sí te concierne
Parece que todavía hay algunos socialistas que están convencidos de que su capacidad para reírse de nosotros es ilimitada
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En febrero de 1980 el entonces presidente preautonómico de Andalucía, Rafael Escuredo, inició una huelga de hambre de 72 horas encabezando una rebelión contra el trato discriminatorio que el desarrollo de la estructura territorial de España, pretendido por el Gobierno de UCD, suponía para Andalucía. ... Aquello supuso, a la postre, el comienzo del declive de UCD y la conquista del poder andaluz por el PSOE que ha durado cerca de cuarenta años. Después se supo que tal huelga fue una trola descomunal, pues mientras Escuredo se fotografiaba con aspecto hambruno en la sede del Pabellón Real, le servían a continuación unos buenos bocadillos de jamón desde el Bar Alfonso, tal como Antonio Burgos publicó en su día. Ello no fue óbice para que el PSOE de Escuredo arrollara en las primeras elecciones andaluzas, tras recorrer toda la geografía andaluza culminando sus actos con la mano en el corazón mientras sonaba el recién estrenado himno andaluz.
Hoy, cuando muchos políticos socialistas, andaluces y no andaluces, cuestionan abiertamente las pretensiones del sanchismo ante las exigencias de los golpistas catalanes, que suponen una claudicación a los principios de libertad, igualdad y justicia propias de toda democracia que se precie, aquel que tan férreamente se opuso a que Andalucía fuera ninguneada por las apetencias insolidarias de los prebostes vascos y catalanes, se desmarca de la indignación del viejo PSOE ante el insoportable concubinato de Sánchez con la hez más putrefacta del separatismo catalán. Y se desmarca de González, de Guerra, de Leguina, de Almunia, de Redondo, de Rodríguez de la Borbolla, de Elorza y de tantos y tantos socialistas que, con sus aciertos y sus errores, modernizaron el país, apostando por los planteamientos de «las nuevas generaciones que quieren nuevas soluciones políticas a los viejos problemas de España». Pero Rafael, ¡si esos viejos problemas son los que tú quisiste que acabaran con aquella huelga ficticia! ¿Tanto vacío te ha quedado del indudable éxito que protagonizó el pueblo andaluz que tú liderabas? ¿Acaso no quedamos en que Andalucía había roto con el trato secularmente privilegiado para Cataluña y País Vasco? ¿Es que te das por vencido ante este nuevo atropello que, disfrazado como siempre con exigencias inadmisibles, busca la ventaja y el dinero? ¿En eso ha quedado tu aparente furor juvenil y la firmeza de la mano en el pecho? Pues, sinceramente, como amigo he de decirte que lo siento. Porque yo sufrí en mis carnes los errores que entonces, en aquella década de los ochenta, cometió mi partido, la UCD que con tanta ilusión fundamos mentes liberales, porque siendo mi postura minoritaria no prosperaron los intentos de corregir el error. Y aquello fue el preludio de la desaparición del partido centrista que, codo con codo con aquel PSOE, protagonizaron el mayor ejemplo de concordia y fraternidad que fue la Transición, ese ejemplo mundial de buena política que hoy, esas nuevas generaciones a las que aludes, están poniendo en cuarentena.
Es triste oír a quienes lideran hoy el PSOE andaluz, como Juan Espadas, diciendo que ahora no toca hablar del bochorno y la vergüenza de lo que se trama con Puigdemont y demás apóstoles del privilegio y de la vía ancha para mi y las veredas para los demás. Es lamentable comprobar las prisas que ahora tiene una andaluza como la ministra de Hacienda para acometer una financiación autonómica que, como la anterior de Rodríguez Zapatero, se dibuje desde la inspiración de los intereses catalanes. Una ministra que, siendo consejera de Andalucía reclamaba al Gobierno del PP, día sí y día también, un pretendido desfase de mil millones anuales, en el que estaba de acuerdo todo el Parlamento andaluz, y que ha quedado en el olvido desde que ella es la responsable de la Hacienda estatal, y que, según sus propias exigencias, debe a Andalucía cinco mil millones desde que ostenta el cargo.
Quizá la borrachera de tantos años en el poder andaluz haya obnubilado la mente de algunos socialistas con mando en plaza. Pues es conveniente que no se engañen: si el concubinato de su partido con el separatismo rebelde sigue su curso, el PSOE en Andalucía puede seguir el mismo camino que un error supino le deparó a UCD. Si el socialismo andaluz quiere seguir jugando a la política ficción, si piensa que los andaluces van a chuparse el dedo mientras le hacen el caldo gordo a los egoístas del Norte, su futuro no va a ser muy diferente al de la UCD en la que milité y que nunca se sobrepuso al error andaluz.
Parece que todavía hay algunos socialistas que están convencidos de que su capacidad para reírse de nosotros es ilimitada. Son socialistas que, como no tienen la suficiente valentía para modificar la Constitución a satisfacción de todas las hipotecas que Sánchez firma para estar en la Moncloa, van a derogarla por el método del salchichón que tan bien ha expresado Alfonso Guerra. Lo que ocurre es que, en las situaciones límite (y estamos llegando a ellas) los españoles son bastante más fuertes que sus políticos. Y cuando reaccionan son muy claros y expeditos: no estamos dispuestos a ceder ante el egoísmo de un seis por ciento de españoles que no quieren serlo. Y particularmente Andalucía no aceptará ningún nuevo privilegio a su costa. UCD quiso persuadir a los andaluces de que el referéndum que nos igualaba a vascos y catalanes «no era nuestro referéndum». El PSOE de las nuevas generaciones quiere hacernos creer que el trato con los disolventes no es cuestión nuestra. Y está cavando su propia fosa, porque no vamos aceptar ningún nuevo privilegio. «Esto no es cuestión tuya», querrán transmitir los cachorros socialistas andaluces, rememorando aquel suicidio de UCD de «andaluz, este no es tu referéndum». El PSOE se dará de bruces cuando constate que sus tratos con los separatistas si nos concierne a los andaluces.
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