TRIBUNA ABIERTA
Sevilla en siglas
Las siglas dan una impresión de eficiencia y funcionalidad en el desarrollo de procesos
![Sevilla en siglas](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/opinion/2023/09/01/poligono-hytasa-sevilla-R0vDFuFmY6RA3qZD3A5zQmK-1200x840@abc.jpg)
SEV no es Sevilla, aunque lo parezca. SEV es Severodonetsk, una ciudad al este de Ucrania, en la disputada región del Donetsk. Cada aeropuerto del mundo tiene su código IATA de tres letras que lo identifican. La sigla de nuestro aeropuerto no es SEV sino ... SVQ. A fuerza de subirme a aviones, esta sigla me es de lo más familiar y en el tedio de esperas y escalas me he entretenido a mi manera jugando con ella: con la tarjeta de embarque SVQ-ORY en dirección al aeropuerto Orly de París me he enfrascado en los versos inesperados del gaditano Carlos Edmundo de Ory («Si hablo me escucha el diablo. / Si me hundo me Carlos Edmundo»); una vuelta de Nueva York con código JFK-SVQ me hizo fantasear con el presidente Kennedy saludando en su última día de vida desde una limusina que paseara por la Avenida Menéndez Pelayo; un vuelo de ida a Lyon, SVQ-LYS, me trajo a la cabeza la flor de lis, símbolo de la realeza francesa pero flor sevillanísima en las vajillas de La Cartuja. El juego no es otra cosa que una enorme nadería; los tendentes a obsesionarse con las palabras y con la ficción me entenderán: ubicar una sigla en otro contexto es una forma de atenuar su asepsia.
Las siglas dan una impresión de eficiencia y funcionalidad en el desarrollo de procesos. Aeropuertos, empresas, sociedades se siglan para denotar fríamente y no evocar. El resultado suele ser alguna sigla poco agraciada, como, sin salir de Sevilla, las empresas municipales LIPASAM, TUSSAM o EMVISESA.
Pero en Sevilla hay siglas humanizadas, habitadas, como es propio de una ciudad históricamente cifrada en un jeroglífico que se tiene por lema y logo del Ayuntamiento, el NODO. Son esas siglas cuyos desgloses han sido ofrecidos al altar del olvido, y que escribimos en minúsculas, señal feliz de que la sigla ha triunfado y se ha hecho nombre común el que era propio. Así, aflojadas por la edad, son siglas irreconocibles para nosotros las que tiene un barrio como Bami, sigla cándida que nace del resultado de taracear las iniciales del Banco Mercantil e Industrial que respaldaba a la inmobiliaria promotora. Esconde una sigla otro barrio sevillano: Alcosa, nacido de la empresa que creó en los 70 Alfredo Corral, con la sílaba inicial de su nombre y apellido más la coda de «sociedad anónima». Como su empresa también construyó promociones en otros lugares de España, nos topamos con que en la localidad valenciana de Alfafar hay otra Alcosa, hermana de nuestro Parque Alcosa; ambos barrios, como si el nombre los equiparara, con movimientos vecinales que luchan por superar los problemas de exclusión.
Empresas de ayer y hoy han dado trabajo a la provincia entre siglas. A una especie de mitología de la industria sevillana perteneció la sigla HYTASA («Hilaturas y Tejidos Andaluces»). Desde esa proa textil en el barrio del Cerro del Águila, se podría llegar entre espadañas y torres al PISA de Sevilla: una sigla que nació en 1988 como Polígono Industrial y de Servicios Aljarafe y que en los últimos años ha variado en cambiar la p de polígono por la de parque.
Y después están las siglas personales, las de cada uno. Mi niñez contiene, como la de tantos críos sevillanos, una pregunta hecha desde la primera fila en que esperábamos mientras pasaban los nazarenos: «¿Qué significa SPQR?». Y alberga también la doble respuesta que nos daban los adultos: el desglose latino, serio y erudito de «Senatus Populusque Romanus» y el deletreo secular y faltón de «San Pedro Quiere Rosquillas». Mi adolescencia contuvo otra sigla, que yo había olvidado por completo y que he recuperado de las tinieblas del olvido en estos días al ver la noticia del rodaje de una serie de Álex de la Iglesia ambientada en la Expo 92: PUPI (Personal Uniformado Polivalente de Información). Pupis eran quienes dentro de la Cartuja daban a los visitantes información y apoyo. Iban vestidos con un uniforme diseñado por Victorio y Lucchino con los colores de la bandera española y para los adolescentes como yo eran una representación avanzada y aspiracional de la juventud más moderna de los años 90. Otra sigla que recuerdo en este mes de septiembre en que se retoman las clases es la EGB, el plan educativo que otorgaba un graduado escolar y que hoy se recuerda con nostalgia.
Algunas de estas siglas están vivas y vigentes, otras son denominaciones polvorientas en la memoria, que me adscriben a una generación y revelan la fecha de nacimiento que aparece en (otra sigla) mi DNI. Pasa la vida y pasan las siglas.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete