Tribuna Abierta
Escutoide de Sevilla
Estamos ante un hallazgo científico que da lugar a una nueva palabra: es ciencia desarrollada en español
![Escutoide de Sevilla](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/opinion/2024/06/02/ilustracion-lola-pons-RYHgwTP87QqC9Rs72EjGKSN-350x624@diario_abc.jpg)
Empezamos situándonos: la Mujer Invisible y la Antorcha Humana están entrenando sus superpoderes mientras que el Señor Fantástico les habla de una forma geométrica recién descubierta llamada «escutoide». Esto ocurre en un cómic reciente de los superhéroes de Marvel. Si ustedes se preguntan por qué ... empiezo por esta escena de «Los 4 Fantásticos» es porque, aunque no lo crean, es sevillanísima.
En 2018 un equipo de investigadores, en su mayoría andaluces, liderado por un profesor de la Universidad de Sevilla llamado Luis M. Escudero, descubrió una nueva forma geométrica que está en el cuerpo de humanos y animales. Verán: las células epiteliales son las que recubren la superficie de muchos de nuestros órganos. En este tejido, las células se agrupan como ladrillos pegados unos a otros, pero cuando el epitelio se curva o sufre presión, necesitan adoptar una estructura estable y lo hacen cambiando su forma de una manera particular. Eso son los escutoides (tienen una pareja en la ilustración que acompaña a este texto). Usted que me lee tiene en su cuerpo millones de escutoides. El descubrimiento del escutoide permitirá a los científicos trabajar mejor en la generación de órganos artificiales e investigar cambios relacionados con enfermedades.
Estamos, además, ante un hallazgo científico que da lugar a una nueva palabra: es ciencia desarrollada en español. El nombre escutoide, como otros logros científicos, deriva del nombre de su descubridor, el profesor Escudero, a quien se evoca a partir de la raíz latina de su apellido (scutum, escudo) a la que se suma el sufijo –oide, que significa 'parecido a'.
En su momento, la comunidad científica aprobó el descubrimiento y en Estados Unidos (donde lo tradujeron como scutoid) se enamoraron del escutoide: lo homenajearon con una escultura en la universidad de Colorado State, lo han estampado en ropa y menaje doméstico y hasta ha salido en las páginas de ese tebeo de Marvel. ¿Cómo es que no está ya Sevilla llena de escutoides? ¿Cómo no hay corbatas, delantales, calcetines, nombres de bares y calle escutoide en la patria de su descubridor?
Hace unos meses pedí a Daniel Bilbao, decano de la Facultad de Bellas Artes, que me ayudara a convertir ese escutoide en una marca de cultura científica hispalense y los profesores Fernando Infante y Manuel F. Mancera llevan meses trabajando en ello con un equipo de avezados alumnos de la Universidad de Sevilla. Sin que se desplace a nuestro histórico símbolo alfonsí, este es el nuevo NO&DO de Sevilla y sintetiza mucho de lo bueno que se aporta desde una universidad a un territorio: innovación, creatividad, rigor. Y algo que dentro y fuera de las universidades no se nos puede olvidar: conexión con la sociedad que nos sustenta.
Por eso, si yo tuviera que situar a esos superhéroes de ficción Marvel entrenando con escutoides en un lugar de Sevilla no los situaría dentro de la universidad sino fuera de ella, en el parque de María Luisa, junto a la desconocidísima estatua de la ciencia que está en la Glorieta de Covadonga. Y reemplazaría a los cuatro fantásticos del tebeo por algunos de los científicos sevillanos que han ido construyendo nuestra propia historia de la ciencia. Elijo cuatro de ayer a hoy: el primero, Ibn Aflah, un hispano andalusí del siglo XII que inventó el torquetum, un instrumento de medición astronómica; el segundo, Bartolomé de Medina, que en el siglo XVI halló el método de patio para el tratamiento minero de la plata; el tercero, Antonio de Ulloa, descubridor del platino, y por último, en la ciencia de hoy, el Dr. Manuel Losada Villasante, de Carmona, catedrático jubilado de Bioquímica de la Universidad de Sevilla.
A estos cuatro fantásticos puedo sumar muchos más, de hoy, de ayer y quizá de mañana. La semana pasada se celebró en la Biblioteca Felipe González Márquez la actividad «Ciencia en el Río» gracias a la alianza del Ayuntamiento de Sevilla, la Universidad de Sevilla y la Fundación Lara. Cada día entraban alumnos de un colegio distinto para conocer a científicos sevillanos (y qué científicos: Clara Grima, Adela Muñoz, José A. Prado Bassas, el propio Escudero). La admiración con que los estudiantes escuchaban a las periodistas moderadoras y las risas nerviosas cuando interpelaban a los científicos me convencieron de la necesidad de seguir fomentando la cultura científica de nuestra ciudad. Alguno de esos estudiantes, en unos años, será un nuevo fantástico, un superhéroe con quien continuar la historia de la ciencia sevillana.
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