NO Ni Ná
De togas y puñetas
La protesta de los jueces sobre el mobiliario de Palmas Altas es una anécdota ante la coyuntura que se cierne sobre cómo impartir justicia
Comprendo el fastidio cuando tu lugar de trabajo se traslada a varios kilómetros de donde estuvo toda la vida. Lo sé porque lo viví a la inversa y desde entonces voy andando al trabajo y he olvidado el coche y aquellos inevitables gorrillas. Ir andado ... al trabajo forma parte de esa calidad de vida que parecen olvidar las encuestas que sostienen que es un concepto deficitario en Andalucía. Por eso entiendo que el traslado de los juzgados a Palmas Altas resulte molesto para todos los trabajadores de la Justicia, teniendo en cuenta que para la ciudad centrípeta del Prado, lo de Palmas Altas está exactamente a esa distancia que llaman «a tomar por... popa».
Cuesta más entender la insistencia con la que, de entre todos esos trabajadores, protestan los jueces, que hacen reiterados comunicados rechazando lo que ya es inevitable, el traslado de los órganos judiciales a la Ciudad de la Justicia. Los últimos comunicados van al detalle: sus despachos son pequeños, las mesas (propias de oficina) no son las adecuadas para el cargo, faltan armarios para guardar la toga y no han llegado las banderas.
Resulta chocante tanta queja tras años de negociación sobre el traslado. Palmas Altas, considerado uno de los complejos de edificios más modernos de Sevilla, ha sido una oportunidad para poner fin al desesperante incumplimiento de sucesivos gobiernos andaluces que nunca pusieron más de una piedra para la Ciudad de la Justicia. Su apertura pone fin a la dispersión de los órganos judiciales, al sobrecoste en alquiler de sedes y permite salir de edificios –como los del Prado– con tantos años de servicio que más que sedes judiciales parecen escenarios de la primera temporada de 'Cuéntame'.
Pedir que se paralice el traslado por nostalgia a la mesa de caoba no parece ser el problema. Si algo se le puede reprochar a ese traslado es que no se haya acompasado con una buena red pública de transporte, salvo la reciente línea de autobús lanzadera. En esta ciudad eso es una constante. Que se lo digan a los vecinos de Sevilla Este que sobre el mapa se creen ciudad pero llegan en autobús antes a Huelva que al centro.
No quiero desmerecer las preocupaciones de sus señorías. Confío en que esos inconvenientes son subsanables. Pero, con el debido respeto, en estos momentos, cuando la independencia del Poder Judicial está en juego en España, la protesta de los jueces sobre el mobiliario de Palmas Altas es una anécdota, un peluseo laboral intrascendente ante la amenaza que se cierne sobre cómo impartir justicia. Hoy la judicatura está llamada a concentrarse en la Audiencia de Sevilla para manifestarse contra la ley de amnistía. Esa convocatoria pone en su sitio cualquier otra «preocupación» de los jueces. Esperemos que la asistencia demuestre que conservar la toga y su dignidad es ahora lo importante, mucho más que el lugar donde la guarden.
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