No ni ná
Nuestra Navidad
No digo que sea la única forma de vivirla, y cada cual que resuelva sus incongruencias, pero no hay Navidad sin Belén
Me estoy haciendo mayor. Lo sé porque empiezo a padecer incontinencia del lagrimal. Estos días se acentúan los síntomas. Es escuchar el villancico de Canal Sur y entrarme la llorera. La canción se ha convertido en toda una seña de identidad andaluza. Lo demostró el ... cómico David Puerto en un teatro de Madrid cuando comentó su método infalible para localizar si hay andaluces en cualquier entorno. Le bastó pronunciar con el soniquete dos palabras: «Nuestra Navidad...» y buena parte del público se puso a cantar el villancico. Fue emocionante. Con todo, yo creo que el efecto humedad que provoca es porque este año cumple 35 años. Es decir, que son 35 palotes al DNI escuchando lo mismo. Tengo predisposición a la sexta década y la matemática emocional no engaña, entraré pronto en la edad de oro, la de la tarjeta de Renfe.
Quizás por eso, estos días me visita tanto la Navidad del tiempo pasado. Aquella Navidad en la que, vestidos con pasamontañas de lana (cuando no era prenda bajo sospecha) y trencas, pegábamos la nariz al escaparate de 'Marciano' para alucinar con su jamón de veinte kilos. De allí salían unas cestas monumentales con su espumillón que nunca llegaron a casa. Entonces había más paseos que compras, montábamos un belén con figuras de plástico y las luces de las calles tenían unas bombillas gordas incandescentes con una luz color nostalgia. De aquella Navidad pasada recuerdo al cartero real que recogía la ilusión de un nuevo 'Madelman' frente a los Almacenes Puente y Pellón, con sus zapatillas de paño; la sopa de la abuela, la candela del pueblo y cantar ante el Nacimiento. «Resuenen con alegría, los cánticos de mi tierra». Son lugares comunes para una Navidad andaluza apegada a la tradición. Nuestra Navidad.
No digo que sea la única forma de vivirla. Y cada cual que resuelva sus incongruencias. Pero no hay Navidad sin Belén. Debo a esa Navidad pasada que poco haya cambiado en lo sustancial. Esta noche habrá sopa, misa del Gallo, vendrán a la memoria los que se fueron, estarán los que sufren... Valencia, las víctimas de las guerras, las de las dictaduras... Oiremos al Rey... Y con todo ello celebraremos la paz en la tierra para toda la gente de buena voluntad. Con ilusión y alegría, ante la estrella que nos congrega en la fraternidad. Esta noche renovamos la esperanza. Y más en el inicio de un año jubilar que llevará por lema 'Peregrinos de esperanza', porque no hay mejor forma de hacer el camino de esta vida para que no se nos vaya viva.
De las navidades futuras solo puedo prever que tendrán en la infancia un fundamento. Si Dios quiere, algo ocurrirá en 2025. Creo que es lo que me ha presionado el lagrimal hace un rato cuando en el 'Spoty' me ha saltado la trompetería de ‘Virgen de los Reyes’ tocando el popurrí de la Cabalgata... Bienvenida sea la emoción de hacernos mayores. Feliz Navidad.
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