No ni ná
La enviada
Los fabricantes de palomitas deberían denunciar a Espadas por crear falsas expectativas
El resumen de por qué ha enviado Pedro Sánchez a María Jesús Montero a mandar en el PSOE andaluz tiene cinco palabras: Montero chilla más que Espadas. Si lo prefieren, sólo una: ruido.
Sánchez creyó en la militancia hasta que le dio el poder. Y ... como buen absolutista, lo transfiere por dedocracia a su vicepresidenta para demostrar que la mayor federación socialista española es suya. Los fabricantes de palomitas deberían denunciar a Espadas por crear falsas expectativas y los canteros de ruedas de molino deben brindarle un homenaje. Esta vez no ha sido necesario traer a Koldo a organizar las primarias. El PSOE andaluz va a tragar lo que le echen, hasta el cupo catalán si hace falta, porque nadie hace sombra al emperador y menos denuncia lo desnudo que pasea su discurso. La estrategia de mandar a los suboficiales a las comunidades previene sobre un adelanto electoral a la desesperada, antes de que todo empeore. Sánchez necesita más ruido.
Si el PSOE pierde el Gobierno de la nación caerá en el abismo de la irrelevancia. La urgencia se ve en el gesto de Montero y se nota en la enjundia de su última declaración: «La izquierda es alegría, la derecha es conservadora». Ya no se repara ni en el fondo del discurso. El partido que metió a España en la bola de cristal de la modernidad vuelve al siglo de las guerras con su 'No pasarán' y 'Hasta la victoria'. «Agradecida y emocionada» regresa Montero, cual Lina Morgan. Esa es la progresía que se nos ha quedado. La que viene a convencer a los andaluces de que Juanma Moreno es un reaccionario franquista, que los ERE fueron una farsa urdida por los medios de comunicación y los jueces, y que sólo las mayorías socialistas son legítimas y prósperas. Cuando no hay discurso se recurre a la estridencia. Al bombo de Broncano y al autotune de Jimena Amarillo, cuya versión de 'Libertad sin ira', en el acto inaugural del año Franco patrocinado por el Gobierno, define la única propuesta política a la que, cual clavo ardiente, se encomienda la legión de asesores de La Moncloa: franquismo y distorsión.
Esta falsa libertad con ira, nada tiene que ver con la que disfrutamos en los ochenta gracias a la concordia y a esa moderación que ahora aborrecen los socialistas. «Por Andalucía libre», gritó Montero con el puño en alto desde su barricada gestual. Socialistas, Franco ha muerto. Y el franquismo seguirá siendo un discreto capítulo de los libros de texto para estudiar en mayo porque a Sánchez sólo le interesa como propaganda. Por eso dicen los jóvenes que en este país hay una guerra ideológica insoportable. Como si no hubiera nuevos caudillos a los que derribar y batallas que ganar cada día. La gente está harta de tanto ruido y distorsión. El lema pronto será 'Todo es mentira', como el título de ese programa en el que colabora Susana Díaz, que es la que se lo está pasando pipa comiéndose todas las palomitas.
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