tribuna abierta
Aquella gélida madrugada
El transcurso del tiempo acrecienta la sensación de que los terroristas han acabado ganando su guerra contra las víctimas y los españoles
SE cumplen 27 años de la trágica madrugada sevillana del 30 de enero de 1998, cuando unos etarras asesinaron a bocajarro al teniente de alcalde del Ayuntamiento de Sevilla Alberto Jiménez-Becerril Barrio y a su esposa la procuradora Ascensión García Ortiz. En la estrechez ... de la calle don Remondo esquina a Cardenal Sanz y Fores, prácticamente a los pies de la Giralda, dos criminales les dispararon en la nuca, dejando doblemente huérfanos a sus tres hijos de 4, 7 y 8 años. Las alimañas brindaron con champán esa misma noche.
Este 30 de enero falta por vez primera doña Teresa Barrio Azcutia, madre de Alberto que decidió entregarse vivencialmente a aquellos niños, guardar la memoria de su hijo y su nuera y hacer de la lucha contra el terrorismo la causa de su vida. Hace dos meses falleció a los 92 años esa señora ejemplar que de ser abuela pasó a ser padre y madre: «Mis nietos fueron los que me salvaron a mí, no yo a ellos», declaró en inconmensurable gesto de amor. Este año rezaremos en la misa de aniversario también por ella, siempre ejemplo de fortaleza, amor, amabilidad y entrega. Ya descansa en la paz de Dios.
Han pasado muchos años y no se han propiciado las condiciones necesarias para el perdón, pues desgraciadamente se ha seguido una política de rendición impropia de un Estado de Derecho. El transcurso del tiempo acrecienta la sensación de que los terroristas han acabado ganando su guerra contra las víctimas y los españoles. Es exigible el respeto a los principios básicos de la ética democrática, pero el gobierno no está junto a las víctimas y frente a los criminales, sino que ha blanqueado a los terroristas y a sus herederos.
Conviene hacer saber a los jóvenes que en aquellos años la organización criminal ETA mataba pretendiendo chantajear la transición política, a pesar de que policialmente estaban siendo eficazmente perseguidos y la opinión pública les condenaba clamorosamente. Tras asesinar a tantos guardias civiles, policías, militares y demás ciudadanos, decidieron atentar contra políticos del PSOE y el PP, partidos claramente alineados contra el terrorismo.
Una conocida persona de la ciudad, entonces con cargo institucional que no político, saludó a Alberto al inicio de la madrugada en el entonces Pub Antigüedades de la calle Argote de Molina y comentaron una entrevista que días antes había emitido una televisión local. No pudo besar a Ascen como siempre, por impedirlo el mucho público que abarrotaba el establecimiento. Sin saberlo, así se despidió del matrimonio para siempre.
Tras las detenciones se supo que los etarras le habían seguido desde el pub hasta la plaza de San Francisco, donde el jefe del comando desistió de atentar por no tener claro que fuese un político. Los terroristas volvieron sobre sus pasos, reconociendo en el pub a Alberto y decidiendo improvisadamente que fuese la víctima. Muerte aleatoria la suya junto a la muerte circunstancial de su esposa, según se esclareció tras las detenciones.
En el censo histórico del Colegio de Abogados de Sevilla, del que entonces yo era decano, constan las bajas de dos colegiados asesinados por ETA: el abogado vasco Fernando Múgica Herzog, caído el 6 de febrero de 1996 simplemente por pertenecer al partido socialista, y el también abogado Alberto Jiménez-Becerril, asesinado por pertenecer al partido popular y haberse cruzado aquél fatídico día con sus criminales. En ambos casos tuve que firmar, con inmensa pena, las ayudas colegiales por fallecimiento.
Hoy el partido de Sanchez se apoya decisivamente en Bildu para gobernar, a cambio de prebendas vergonzosas que atentan contra el valor Justicia. No podemos ni debemos olvidar la fría madrugada en la que Sevilla se rompió de dolor, con la lluvia mojando la escena del doble crimen y los tres claveles blancos junto a los cuerpos, que sus hijos ya no pudieron llevar al colegio en aquel día internacional de la no violencia y la paz. La justicia no admite componendas a costa de las víctimas del terrorismo. La autentica paz exige memoria y justicia, como aprendimos los sevillanos aquella gélida madrugada del horror.
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