Tribuna Abierta
¿Cómo fortalecer el sistema universitario?
Aunque la comunidad andaluza aún enfrenta desafíos, los avances registrados en la financiación universitaria auguran un futuro prometedor
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En el año 2010 algunas de los economistas más prestigiosos en la profesión, entre los que destacan los exprofesores de Harvard Philip Aghion y Andreu Mas-Collell contestaron de forma en vida esta pregunta empíricamente a esta pregunta y demostraron que si tienen más autonomía ( ... que siempre va acompañada de la rendición de cuentas) y se enfrentan a una mayor competencia por la obtención de financiación, las universidades producen mejores resultados en investigación, lo que a largo plazo se traduce en una mejora de la calidad del sistema y un aumento de su aportación al crecimiento y a la mejora de la sociedad.
La mayor parte de nosotros podríamos estar de acuerdo con ese resultado (un colega mío físico define la economía como la ciencia de lo obvio). Esto se debería traducir en modelos de financiación de las universidades con un componente importante de sus presupuestos en función de su desempeño. Sin embargo, no es el caso, o por lo menos el caso generalizado. En España, dónde coexisten dieciocho formas de repartir recursos a la educación superior (uno por Comunidad Autónoma más la UNED), la mayor parte de ellos sin ningún tipo de vinculación a la consecución de objetivos. Un rector de una Universidad pública, que tiene un amplio margen para decidir cuántos profesores y de qué área contratar, también debería ser responsable del resultado desde esa decisión.
Esto que parece tan lógico sólo es posible en algunas regiones de España, entre ellas Andalucía, que en 2024 firmó un convenio que está siendo el ejemplo para otras regiones. Y como se puso en evidencia el pasado 15 de enero en la presentación del Informe CYD 2024, la fundación presidida por Ana Botín dedicada al apoyo de la Universidad, este modelo ha venido acompañado de avances significativos en la financiación. Este progreso no solo responde a un esfuerzo de la Junta, cuya Consejería de universidades ha realizado un trabajo ejemplar, sino también a la resiliencia y la colaboración de las instituciones andaluzas de educación superior.
Como poner en evidencia el Informe CYD, las universidades públicas de Andalucía, en la misma línea que otras comunidades autónomas, han experimentado un aumento notable en sus ingresos no financieros, por encima de la inflación, lo que implica un aumento de la capacidad real de gasto de los rectores, destacando un crecimiento del 8% en ingresos y del 7,2% en gastos no financieros en 2022 (último año disponible). Esta evolución muestra la solidez de las instituciones universitarias andaluzas y refuerza su capacidad para invertir en calidad educativa y en la mejora de sus infraestructuras.
El apoyo financiero de la Junta ha sido fundamental, aproximadamente el 80% de las transferencias recibidas por las universidades provienen de las administraciones autonómicas. Este respaldo permite mantener tasas académicas accesibles y asegurar que la educación superior continúe siendo una opción al alcance de todos los jóvenes. Andalucía figura entre las comunidades con tasas académicas más bajas, lo que facilita el acceso a la educación superior sin comprometer la calidad.
Además, el esfuerzo financiero relativo de Andalucía, medido en función del PIB regional, está entre los más elevados del país. Este indicador refleja el compromiso prioritario de la comunidad autónoma con la educación universitaria, superando a regiones más ricas en proporción al esfuerzo realizado.
Aunque la comunidad andaluza aún enfrenta desafíos, los avances registrados en la financiación universitaria auguran un futuro prometedor. El enfoque estratégico en la educación superior no solo refuerza el crecimiento académico, sino que también contribuye al desarrollo económico y social de la región.
Las universidades andaluzas han demostrado que, con un modelo de gestión basado en la responsabilidad y la inversión, es posible avanzar hacia un sistema educativo más inclusivo, equitativo y de calidad. La educación superior en Andalucía no solo forma profesionales, sino que también impulsa la transformación social, tecnológica y cultural, consolidando su papel como motor de progreso para toda la comunidad.
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