Sevilla al Día
Una cuenta atrás perenne
El alcalde no deshojará su almanaque por los plazos de una cuestión de confianza, tiene presupuesto. Se irá a dormir tranquilo, o eso piensa
Sevilla transita en una cuenta atrás eterna, constante, perenne. Basta con perder la espalda del última Rey Mago para intuir en la lontananza los primeros acordes de la marcha 'Amarguras' y saber que al calendario no le restan ni el centenar de hojas por caer ... del árbol de la ciudad, que no suma años sino primaveras. Hace dos días, sin exagerar un ápice, el reloj corría sin freno hacia el entierro de otro ciclo natural y se activaba en el marcapasos el tic-tac que anunciaba la noche que antecede (aunque este año se ha extendido más de lo previsto) al amanecer de la ilusión que no entiende de edad, porque siempre hay un motivo para sonreír, para bailar con la felicidad.
Si el Ateneo da las gracias a Sevilla en la cola de Baltasar, Sevilla corresponde como es precepto en esta ciudad, que ordena darle paso a la trasera con el redoble marcial de la Centuria. Si en el balcón más famoso de la Cabalgata, en plena efervescencia de la 'felicitá', se anunciaban los días, y sus noches, que hay que esperar para el Domingo de Ramos, es que en el subconsciente de la ciudad, y en su espíritu, lo que está por venir marca el principio y el fin del calendario. Esa es la primera y más importante de las 'cuenta atrás' del sevillano. Pero aquí hay para todos. Pues sin que haya desaparecido los mantecados de limón de la bandeja de la mesa del salón, a la espera de los últimos nostálgicos, mañana se oirán los primeros martillazos en los Remedios para colocar los tubos de la portada de la próxima Feria de Abril, que este año tendrá como segundo apellido 'mayo'. La segunda cuenta atrás, la de los menos místicos. Otros habrán doblado la esquina de la página de la agenda para pisar las arenas con su hermandad. Están quienes ayer no recordaban la contraseña del ordenador pero sí han llamado al dueño del piso de la playa para cerrar la quincena de agosto en Sanlúcar.
El que no tiene una cuenta atrás, o varias, es porque no quiere. Por ejemplo, la Subdelegación del Gobierno, en su afán por ensalzar a su líder, tiene todos los cronómetros a contrarreloj para el final de las carreteras, puentes, trenes..., que necesita Sevilla. Algunos se quedarán sin pilas antes de que estas infraestructuras sean una realidad.
En el lado contrario vive, relajado, el alcalde. Esta primavera no deshojará su almanaque hasta que se cumplan los plazos legales de una cuestión de confianza. Tiene presupuesto y se irá a dormir más tranquilo, o eso piensa, porque el compañero de viaje le dará dolores de cabeza, y probablemente desde la capital de España. Ya puestos, podemos arrancar una cuenta atrás para el primer roce.
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