Sevilla Al Día
La ciudad de la esperanza
Cuando se alcance la medianoche no perderá la capital este título, pero en minúscula, porque tocará a los sevillanos armarse de paciencia
Amanece hoy la ciudad bajo el mismo cielo frío, y con nubes de interrogantes, como ayer. No ha cambiado nada. Sólo existe una certeza que abriga esta jornada a diferencia de las que han pasado o de las venideras, y es que hoy es el ... día de la Esperanza. Sevilla es una ciudad que alimenta esa virtud por encima de cualquier otra.
Pero cuando se alcance la medianoche no perderá la capital el título de ciudad de la esperanza, en minúscula, porque tocará a los sevillanos armarse de paciencia, algo que bien podría cultivar el 'primus inter pares', el señor Sanz, porque en el oficio de lo político el aguante es buen abono para la tierra.
Habrá que resignarse hasta dentro de seis años para poder cruzar el río Guadalquivir por la SE-40. Yo haré como Santo Tomás, y hasta que no vaya de Coria a tierras nazarenas sin usar la barcaza no me creeré nada. El equipo de Pedro Sánchez, desde su líder hasta el último delegado, pasando por el ministro lenguaraz al frente de Fomento, mantiene testarudamente el horizonte de 2030 a pesar de que el dedazo a Ineco para la elaboración del proyecto del puente, que tendrá que subcontratar por falta de personal y profesionales especializados en la materia, apesta a judicialización y, por ende, a más retrasos. Y está por ver si a esta empresa pública no le cae del cielo el proyecto del enlace ferroviario de Santa Justa al aeropuerto. Se abren las apuestas. Algún día tendrá alguien que explicar esta cabezonería del PSOE. Mientras tanto, toca seguir esperando.
Y sentado en una silla, como 'El Pali' junto a Hacienda, podremos esperar, tanto como el tiempo de paso de esa cofradía en la que usted, querido lector, está pensando, para que en la Plaza Nueva se pongan de acuerdo para unos presupuestos para la ciudad. Que cada palo aguante su vela. El alcalde, que debería tomar las riendas de esta partida de cartas, habla de negociación al mismo tiempo que admite que adolece de paciencia ante los dimes y diretes de la oposición. Mal mensaje transmite a los sevillanos un político que habla de falta de tiempo.
El PSOE, como el niño que se lleva el balón a casa entre sollozos porque no le dejan imponer sus reglas, no presenta ni enmiendas. Podemos, o como se llame ahora, ni está ni se le espera. Y después está Vox. Aquí también son de esperar. En este caso, al WhastApp de Abascal. ¿Será Madrid quién dé el plácet para las cuentas de Sanz? ¿O tendrá el alcalde, en cambio, que admitir no sé qué propuesta sobre política migratoria? No le queda otra al sevillano que seguir regando el optimismo de que algún día las cosas llegarán. Como el metro, por ejemplo. Por esto y por tantas promesas pendientes, Sevilla es la ciudad de la esperanza, pero en minúscula.
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