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Sevilla al Día

Ruta de la placa

Donde antes había campo ahora hay «parques solares», que es como llaman a estos mares de placas que asemejan nuestra provincia al paisaje artificial almeriense

Jesús Bayort

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Como si fuera Pedro Sánchez, tras la Feria de Abril pedí un receso en el trabajo. Mientras que los cinco días presidenciales son el summum de la sinvergonzonería, siento que los míos son la cumbre de la sevillanía. Sí, ya sé que sólo veo paja ... en el ojo. Como el autócrata se adelantó en la idea de «parar y reflexionar», escogí la versión trabajólica para continuar desde este exilio. Por unas horas, desde Portugal. Es el Alentejo mi mundo idealizado: sin el turismo dominguero de playas, con unas dehesas inigualables, con emblemáticas ganaderías de bravo y con unos vinos excepcionales. Además de nuestra anual generosidad hídrica con el país vecino –Convenio de Albufeira–, la primavera ha sido soñada y eso lo revelan sus esplendorosos campos. La tierra está inundada de flores: el amarillo de jaramagos y paniquesillos, los blancos de las margaritas y el verde compiten inútilmente contra la hegemonía de las violetas. Es la dehesa de nuestra península esa paleta pictórica a la que escribió Machado: «La primavera besaba / suavemente la arboleda, / y el verde nuevo brotaba / como una verde humareda. / Las nubes iban pasando / sobre el campo juvenil… / Yo vi en las hojas temblando / las frescas lluvias de abril».

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